Day 5: Kissing

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Seguro Nani se estará preguntando como es posible que estoy actualizando y leyendo sus historias al mismo tiempo... parkour!

Nota: Debido a que muchos de mis lectores no son mexicanos, decidí no llevar a cabo la idea de publicar antes de las 12:00 pm y despues de esa hora. 

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El pequeño Jack Frost de doce años asomó un poco la cabeza por la puerta de su casillero para ver de reojo a la niña que lo volvía loco desde hace dos años. La prima de su mejor amiga, Elsa, la chica cuyo casillero estaba a tan solo otros tres casilleros de distancia del suyo; había tenido que hacer el trato con Hans Westergaard para que le cambiara su casillero para poder estar un poco más cerca de ella, no le importaba tener que hacer la tarea de ese idiota por todo un semestre, esta era la oportunidad que tenía para poder hablarle.

Se miró en el pequeño espejo que tenía colgado en el interior de la puerta del casillero, tomó una respiración profunda y se dio ánimos.

–Tú puedes– se dijo a si mismo, para luego cerrar la puerta y acercarse a ella.

Una vez estuvo a su lado comenzó a acobardarse, pero no había vuelta atrás, ella se había percatado de su presencia y lo estaba viendo extrañada.

–Uh... Hola, ¿tu eres la prima de Punzie, no?– preguntó.

La joven parpadeó un par de veces –Si– respondió abrazando sus libros –Tu eres... ¿Jack?– hizo memoria recordando la vez que la rubia los había presentado.

Él asintió emocionado porque ella supiera de su existencia –Si, y tu eres Elsa– su sonrisa se borró al darse cuenta de lo tonto que había sonado eso –Quiero decir, Punzie siempre habla sobre ti... y parecieras sonar como alguien genial y por eso...– jugueteó con sus manos nervioso.

–¿Si?– Elsa lo miró confundida por aquel extraño chico que parecía ser muy extrovertido, pero a la vez... muy tímido.

–Quería preguntarte si... Este viernes es mi cumpleaños y haré una fiesta, ¿te gustaría venir?– la rubia platinada parpadeó sin saber que decir –Vendrá Rapunzel, por supuesto... también puede venir Anna–

Ella miró al piso analizándolo.

Jack supo que era momento de recurrir a su arma secreta, su última oportunidad –¡Y habrá mucho chocolate!–

En milisegundos la mirada de ella se fijó en la suya y los ojos le brillaron con un aire de depredador –Pues...– ella se aclaró la garganta –Si irá Rapunzel, entonces creo que no estaríamos solas. Seguro–

–¡Genial!– justo en ese momento el timbre, que anunciaba que era hora de ir a clases, sonó –El viernes a las cinco– le recordó él.

–Okay– Elsa asintió comprendiendo antes de ir a clases.

Jack hizo lo mismo mientras el corazón palpitaba sin parar.

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El viernes llegó y el preadolescente se encontraba arreglando su casa, asegurándose de que hubiera chocolates por montón en la mesa de snacks.

–Deberías tranquilizarte– le dijo Eugene a su amigo –todo saldrá bien–

–No lo sabes– objetó él –¿Y si Elsa no viene?, ¿Qué tal si la asusté?– comenzó a entrar en pánico.

–Jack– Hipo, su otro amigo, lo detuvo –Ella vendrá, Cálmate–

Jack se detuvo, pero no se sentía menos ansioso –Es que, aunque viniera...– fue interrumpido por el abrupto sonido del timbre de su casa.

Jelsa one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora