Capítulo 50

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VALYRIA

Alyandra me había dejado sola para que organizara mis pensamientos y me preparara para la cena.

Le había dicho que era una mala idea pero ella insistió.

Así que me tuve que dar una ducha con bañera súper antigua, prender velas para ver en la noche y vestir con un vestido azul oscuro muy anticuado que según Alyandra había usado su mamá cuando estuvo embarazada de ella, lo cual, no ayudó en mi estado de ánimo.

En cuanto bajé estaba toda la familia reunida alrededor de la mesa. Cuando miré a Monika me pareció muy similar su cabello corto y sus ojos oscuros a mi misma, como la primera vez que conocí a Maxell, pero ahora yo lo tenía largo solo porque estúpidamente veía que a Maxell le gustaba jugar con él y pensé que ya no me buscaría si me lo cortaba. Monika era hermosa, sus orejas puntiagudas de hada enmarcaban de manera encantadora sus facciones haciéndola parecer una pequeña muñeca de porcelana. Maxell y ella conversaban uno inclinado sobre el otro con sonrisas cómplices. Separé mi mirada de ellos porque me dolía demasiado la vista, como si me estuviera traicionando aunque sabia que no era así.

- Ven, aquí.- Alyandra me hizo una seña hacia un asiento a su lado.

-... Y entonces Damián se le acercó y le dijo, ¿Puedes dejar a la damisela en paz? - Keith contaba un relato muy animado.

- ¿Y luego que pasó? - Preguntó Monika.

- La "damisela en apuros" dijo ¡Mi héroe! Con la voz más ronca y masculina que haya escuchado y le dió un beso.- La mesa se rió mientras Damián, un joven de cabello oscuro y ojos marrones se sonrojaba.

Cuando la risa se detuvo Monika se dirigió hacia mí.

- Oh, disculpa a mi bulliciosa familia.- Dijo con una sonrisa amable.

- No sé preocupe, está bien. Es cálido.- Contesté respondiendo a su sonrisa.

- ¿Usted tiene familia, Valyria? - Preguntó, Maxell y sus hijos me miraban con atención, me sentí incómoda.

Miré muy brevemente a Maxell antes de contestar con la verdad.

- No.

- ¿Y sus padres y sus hermanos? - Pregunto Damián.

- No sé quién es mi padre, mi madre me abandonó, no tengo hermanos.- Mi voz sonó en completa estabilidad, ese tema en particular hacía rato que me había dejado de molestar.

- ¿Y su esposo? - Maxell preguntó. Lo miré y dudé.

¿Mi esposo? Esa era una buena pregunta, sobre todo porque en realidad no podía llamarlo así, más bien era mi jefe con el que me llegué a acostar, el cual contaba los días para enterrarme para deshacerse de otra molestia en su vida.

- En la guerra, ¿No es así? - Asentí ante las palabras de Alyandra.

- Lo siento mucho.- Comentó Monika.

- Está bien.- Murmuré.- Tengo toda mi futura familia conmigo.- Coloqué las manos en mi abdomen.

Ya había dejado de aferrarme a qué algo pudiera haber entre nosotros. Maxell había muerto con su familia y lo que yo había pensado que podía salvar no era nada, solo alguien que me lastimó el corazón muchas veces hasta que la última vez me hizo recordar que no lo necesitaba en mi vida.

- Alyandra nos dijo que necesitarías nuestra ayuda. Soy un hada sanadora así que haré todo lo posible por ayudarte.- Monika ofreció con sinceridad.

- El padre de tu hijo es un demonio y un hada, ¿No es así? - Maxell preguntó.- No sabía que existían más mestizos como yo, pero ya que es una situación inevitable te ayudaremos. Lo primero que debes saber es que vas a vomitar y mucho, hasta que des a luz. Necesitas sangre, mi hija me dijo que inventó una manera en que nosotros pudiésemos dártela sin que hagas algún tipo de reacción.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora