Capítulo 56

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VALYRIA

- Me comentaron que me buscaba, señora.- Cedrick se inclinó respetuosamente hacía mi, por un momento me sentí abrumada con tanta formalidad en sus movimientos.

- No es necesario que me llames señora.- Sonreí.- Puedes llamarme Valyria.- Hice un gesto hacía un asiento cercano.- Por favor, toma asiento.

Cedrick el día de hoy se veía majestuoso con el uniforme negro de la guardia real de las hadas, su cabello se encontraba pulcramente peinado, pero aún se soltaban algunos mechones en su frente que le daban un aspecto irreal, sus ojos rojos parecían dos hermosas joyas que resplandecían con la luz solar, a pesar de ser en parte vampiro lo disimulaba bastante bien. 

El día de hoy estaba realmente soleado, solo un leve viento calmaba la sensación de calor. Esa fue la primera prueba que decidí ponerle, por supuesto que, para un vampiro en realidad no es tan dañino exponerse al sol, pero los entorpecía y molestaba bastante, al menos eso era lo principal... Y Cedrick parecía solo un hada que se sentaba a tomar el sol. 

Una de las sirvientas pasó a colocar una taza junto a él y llenarlo del té que le dije que preparara. Era un té de especias con diferentes plantas medicinales, uno que en particular las brujas odiaban tomar y en los niños de mi especie podía ser mortal, sabía que el era obviamente mayor, así que solo le provocaría una leve molestia o directamente se negaría a tomar.

Cedrick miró la taza con atención antes de emitir una leve sonrisa.

- Me encanta este té.- Mencionó antes de beberlo sin algún gesto. Bien, ahora estaba bastante sorprendida de que mantuviera su fachada a toda costa. Lo observé por unos instantes más, haciéndole simples preguntas diplomáticas sobre el clima o que le parecía su estancia en palacio, para lo cual, sus respuestas eran bastante reservadas pero sin dejar de ser educadas. Lo detuve antes de que continuara al darme cuenta de que no pensaba ceder y descubrirse frente a mi. 

Le pedí a la sirvienta que le cambiara el té. Me daba demasiado miedo imaginar que podría llegar a un punto donde realmente pudiera dañarlo, sabia bien poco de como su genética interactuaba con las habilidades entre especies.

Cedrick me miró sin entender.

- No sé porque una parte muy estúpida de mi pensó que sería buena idea ponerte a prueba.- Tomé un trago de mi propia bebida aprovechando el tiempo para tomar fuerza en mis siguientes palabras.- Sé quien eres Cedrick... Arscorth.

La leve sonrisa que portaba se tambaleó por unos segundos antes de tomar nuevamente el control sobre sí mismo.

- Sabía que la primera persona en destruir mi fachada serías tú, madre.- Suspiró.- Siempre lo haces.

Sonreí nerviosa, era algo extraño estar hablando con mi hijo adulto cuando acababa de nacer. Mi cerebro todavía estaba terminando de procesarlo... aunque secretamente estaba encantada de que esos genes hubieran salido de mi. 

Hice un gesto hacía el sol.

- ¿No te molesta? - A mi comenzaba a calentarme de más.

- Hubo un tiempo en el que quemaba.- Levantó su antebrazo que parecía normal.- Pero se detuvo a los años...

Yo ya estaba tomando nota de no sacar a mi Cedrick bebe al sol. 

- Y el té, ¿Realmente es tu favorito? 

- No, sabe mal.

Asentí, completamente de acuerdo y al mismo tiempo comprobé una de mis teorías.

- Entonces, ¿Puedes usar magia? - Asintió. Sabía que podía controlar un elemento como un hada además de sus evidentes alas. Sobre sus habilidades como vampiro sabía muy poco, pero tomaba sangre, así que también esa parte se encontraba activa. 

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora