Capítulo 39

330 35 13
                                    

VALYRIA

No crucé palabra de nuevo con Maxell desde aquel momento.

Volvimos después de una corta celebración con los metamorfos, la cual no disfruté en absoluto, me mantuve sumida en mis propios pensamientos y arrepentimientos.

Había cometido un error al acceder a la misión, también por no decirle a Maxell, tratando de negarme a una realidad que ni siquiera me había planteado en mis años después de pensar que era estéril. Estaba tan centrada en la guerra y en mi misma que no modifiqué nada en mis hábitos para la nueva vida que llevaba dentro.

Estrictamente hablando era una irresponsable, estúpida e inmadura bruja que pensó que podría con todo. Incluso con las expectativas que tenía Maxell sobre mi. Sin embargo, en realidad lo había perdido todo por mis acciones irreflexivas. 

Me llevé las manos al abdomen, ahora vacío y me mordí el labio reacia a dejar escapar alguna lagrima.

Yo era la única culpable por esta situación.

Sentí la mirada de alguien sobre mi, por instinto voltee y me encontré con la mirada de Maxell, era una mirada sin expresión alguna pero al mismo tiempo muy intensa. Retiré la mano de mi abdomen y me volteé al lado contrario. No estando preparada para la conversación que sabía debíamos de tener.  

La lluvia caía fuertemente y el vehículo todo terreno apenas podía pasar sin estancarse por el lodo. No podía esperar por encontrarme con Persefone y sumergirme en sus maternales brazos para encontrar un poco de consuelo.

El automóvil de repente se detuvo con fuerza, impulsándome unos centímetros a chocar contra el asiento delantero. Todos salieron del auto sin decir una sola palabra.

- ¿Qué..? - Comencé a decir cuando salí azotando la puerta con mi espada en mano, pero inmediatamente cerré la boca al ver con horror nuestro campamento teñido completamente de rojo y cuerpos mutilados sin vida en todas partes.

No quedaba ninguna señal de vida o lucha activa a nuestro alrededor. Mi instinto me llevó a  ver los que estábamos presenciado tal escenario: todo el equipo de acompañamiento estaba llorando activamente por la masacre a nuestro alrededor, inmediatamente se marcharon para buscar a sobrevivientes o sus seres queridos pero algo dentro de mi sabia que eso iba de casi imposible a imposible.

Miré a Maxell, quien permaneció quieto y siguió observando sin reaccionar de ninguna manera a todo el desastre y muerte. Cerró por unos momentos sus ojos y luego los abrió comenzando a caminar hacía el frente. No supe muy bien porque pero lo seguí tratando de no mirar mucho más allá de su espalda.

Caminamos por un buen tramo, incluso alejándonos de la zona principal de pelea hasta llegar a un claro. Maxell de repente se detuvo y me asomé acomodándome a su lado. Frente a nosotros se encontraba el equipo de fuerzas especiales, los vampiros más entrenados y preparados para la guerra... sin vida, con sus cuerpos en ángulos extraños e incluso partes faltantes.

Me llevé las manos a la boca sofocando un sollozo, pero aún así dejé que las lagrimas se resbalaran con abundancia de mis mejillas al reconocer a Xenov, Arturo, Rossier y a Evan en el suelo frente a mi, con sus ojos enfocados en la nada y la muerte. Me acerqué a ellos tratando de volverlos a la vida, pero era inútil, ya estaban demasiado lejos de ese mundo.

- Bonito panorama, ¿No es así? - Me estremecí por la voz desconocida y volteé hacia atrás de mi, donde se encontraba un vampiro desconocido con sus colmillos extendidos y llenos de sangre sosteniendo el cuerpo de... Persefone. La aventó hacia un lado y extendió una mano hacía mi. - Eres una bruja, las brujas saben delicioso.

Temblé y retrocedí un paso llevando mi mano a la empuñadura de mi espada. Pero al final no fue necesario, porque el tiempo que yo necesité para desenvainar mi espada fue el tiempo que Maxell necesitó para inmovilizar al vampiro con una estaca en su corazón y su arma atravesándole la garganta.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora