Capítulo 25

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IDARA

- ¿Por qué me trajiste aquí?.- Una vez Sebastian dejó de beber mi sangre, me quedé recargada sobre su pecho, sin luchar, solo ahí.

No le veía el caso a traerme a un baile si al final no planeaba dejarme entrar en el.

Lo escuché pegar un leve resoplido.

- Te saco a tomar un poco de aire fresco y te quejas sobre eso.- Contestó.- ¿No era lo que querías?

Puse los ojos en blanco.

Solo le faltó decir "Deberías de estar contenta de que no te puse el collar de perro".

Permanecí en silencio.

- Me pregunto...- El comenzó.- ¿Quien es la verdadera tú?.- Su pregunta me puso tensa de inmediato.- A veces eres como una mascota fácilmente manipulable, en otras ocasiones te revelas y maldices como cantinera.- Se rió de su propia broma.- Pero no puedes negar una cosa...- acercó sus labios a mi oído.- Si sigues aquí, es porque a una parte de ti le gusta.

Traté de alejarme, pero me sujetó firmemente.

- Eres una masoquista, ¿Lo sabías, Idara?- Traté de sacudirme, pero me tenía firmemente sujetada por el cabello. Sonrío sádicamente.- Solo tienes que admitirlo, no es tan difícil, ¿Verdad?

Gruñí. No estaba dispuesta a admitir tal cosa y él, al verlo en mis ojos, solo sonrió con más ganas.

- Va a ser muy divertido sacarte la verdad.- acercó sus labios a mi cuello.- Realmente...

- ¿Terminaron?.- la profunda voz de Johan me alertó de su presencia, pero la mirada de Sebastian me decía que él ya sabía sobre la llegada de su hermano.

- No, la verdad es que no, si me disculpas...- Sebastián hizo un gesto hacia mi cuello como si fuera a comenzar de nuevo, traté de alejarlo, pero por supuesto, no pude y Sebastián volvió a morderme.

Escuché la risita de Johan.

- Tu posesividad, hermano.- Se burló el vampiro.

Sebastián me volvió a soltar justo cuando estaba a punto de perder la consciencia, escuché los pasos de Kelian llegar a lado de sus hermanos.

- ¿Está terminado?.- Sebastian preguntó.

- Si, se están llevando a cabo los interrogatorios. El comandante Cardigan pide tu presencia en la sala.

Escuché un suspiro.

- Bien.- Sebastián me tomó en brazos y me ofreció a uno de sus hermanos.- Llevenla a casa.- Un par de brazos me tomaron sin argumentar en contra de él. A juzgar por la forma en que me tomó, pensé que era Johan y efectivamente fue así, cuando lo escuché hablar en mi oído.

- Si sólo no te hubieras acostado con él...- Susurró.- Podría hacerte muchas cosas.- Me tensé levemente provocando su risa al notarlo. Johan me llevó en brazos de nuevo hasta el vehículo y no me resistí como lo hubiera hecho antes. Creía firmemente que si me convertía en lo que ellos tres querían, entonces mis posibilidades de ganar su confianza y luego actuar en consecuencia a mi planeada venganza que esperaba terminara en la muerte de los tres serían mucho mayores.

Ese día no comprendí la razón por la cual los hermanos Dragomir me habían llevado al baile y solo me habían dejado fuera mientras los acontecimientos se desarrollaban dentro, poco sabía yo que el motivo de mi presencia ahí tenía que ver con mis orígenes.

Así que volvimos de vuelta a la mansión Dragomir y claro que Johan Dragomir no me llevó mucho tiempo en brazos, lanzandome contra el suelo en cuanto cruzamos las puertas de la mansión y burlándose de mí siseo de dolor, pasó de lado a las escaleras.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora