Capítulo 51

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- Eres una estúpida.- La cachetada de mi madre se sintió como una ráfaga de fuego sobre mi mejilla. Saboreé la sangre en mi boca.

- ¿Cómo te atreves a entregarte a un demonio? Has deshonrado a todo el aquelarre y a nuestra familia.

Cerré los ojos con lágrimas en los ojos y me arrodille ante mi madre.

- Lo siento mucho madre, pero lo amo más que a nada.- Incliné mi cabeza, sabía que había cometido el peor de los pecados que una bruja podía realizar. Afuera de la carpa se escuchaban los gritos emocionados de los espectadores que clamaban para que saliera a la batalla final. Mi cuerpo ya estaba cubierto de heridas por los anteriores enfrentamientos y no creía que pudiera soportar este último. Ni siquiera me arrepentía realmente de haber estado con Maxell, de todas maneras iba a morir en unos días.

- Toma.- mi madre me extendió un tónico color azul.- Te sentirás mejor durante la pelea.

Asentí en respeto hacia ella.

- Gracias madre.- ella desvío la mirada mientras lo tomaba y se fue sin mirar atrás.

Me puse de pie y me dirigí hacia la arena. No había comprendido que mi madre me había envenenado hasta que pise la arena junto con mi último adversario. Busque su mirada momentos antes de empezar con lo que marcaría el final de mi vida y le sonreí, era una sonrisa llena de dolor que demostraba lo traicionada que me sentía. Un destello me distrajo hacia donde estaba Maxell, lo miré brevemente antes de desviar nuevamente la mirada.

Siempre supe de su venganza en contra de las brujas, pero aún así me enamoré de él profundamente. Esperaba que con mi muerte como heredera de las brujas su ira se apaciguara.

Desperté cubierta de sudor.

Había sido otra pesadilla sobre Chel.

Al principio había pensado que eran recuerdos de Maxell sobre un antigüo amor, pero con el paso del tiempo se habían hecho cada vez más vívidos y entonces comprendí que había una remota posibilidad de haber sido esa chica.

Una chica a la que Maxell se había acercado con el único propósito de destruirla, ese dato me hacía sentir más miserable sobre mi amor no correspondido.

- ¿No puedes dormir? - La voz de Maxell me sobresaltó. Me incorporé con una exclamación.

- ¿Qué haces aquí? - Una pequeña parte de mi se había dado cuenta de que había pasado a tutearlo, pero la otra parte que se sentía ofendida con él, decidió ignorar ese hecho.

- Estaba pasando seguridad por el terreno y escuché que tenías un mal sueño, pensé en verificar tu estado.

Lo mire fijamente, con las hormonas revolucionadas y todo mi estado anímico, tenía unas ganas de llorar fuertemente en su pecho y comérmelo al mismo tiempo, era tan contradictorio que llegaba a ser frustrante.

Finalmente respondí lo opuesto a lo que pensaba.

- Estoy bien, gracias.

El asintió y se dió la vuelta para marcharse, cuando lo retuve.

- ¿ Puedo... Puedo preguntarte algo?

Él asintió.

- A esa bruja, ¿La amaste?

Maxell inhaló profundamente antes de responder.

- Si, lo hice.

- ¿Y que hiciste después de su muerte?

Maxell sonrió de repente, como si recordara uno de los momentos más satisfactorios de su vida.

- Maté a su madre frente a todos.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora