Capítulo 26

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VALYRIA

Un año después

- De nuevo.- Su voz inflexible me mantuvo centrada en solo un objetivo. Golpearlo.

Traté y de nuevo fallé, ganando en el proceso un golpe bajo en el abdomen que me dobló del dolor y mis rodillas terminaron en el suelo.

Miré con coraje los ojos verde oliva desprovistos de cualquier emoción. Yo le había pedido que me enseñara y el me había advertido que mi maestro y el hombre con el que me acostaba serían dos personas completamente diferentes. En un principio no le había creído, pero a estas alturas sabía que Maxell Arscorth era perfectamente capaz de separar una vida sexual activa con una subordinada a quien además tenía que enseñar.

Mi adolorido cuerpo podía dar fe de ello a la perfección.

- Levántate.- Gruñí ante su orden y me puse de pie con dificultad, de nuevo en posición de ataque.

Maxell hizo un gesto de provocación hacía mi dirección.

- Vamos, niña, golpéame.- Se burló abiertamente de mi edad a comparación con la suya.

- Ya te había dicho que no soy una niña.- Arremetí contra él y volví a esquivarme con facilidad.

- Por supuesto, mocosa.- Detuvo mi pierna ante la patada que le lancé y usó mi propio impulso para tirarme lejos. Mi cuerpo aterrizó con fuerza sobre la tierra, mi piel ardió ante las abrasiones nuevas  ante esa caída. Apreté mis labios para no lanzar un gemido de dolor que reiterara sus palabras.

- Soy una mujer, no una niña ni una mocosa.- Me puse de pie con dificultad y me acerqué a él con la magia cosquilleando en mis manos, presa de la momentánea furia le lancé un ataque con mi energía que fue sofocado por el anillo en su dedo. El vampiro ladeó su cabeza en silenciosa burla.

- Mujer hasta que me des un golpe.- Me detuvo la mano cuando me acerqué a él, ciega de la rabia y estuve a punto de cachetearlo.- Dije golpe de mujer, no berrinche de mocosa.

Me solté con un gruñido y me di media vuelta dispuesta a irme.

- No hemos terminado.- Escuché su voz de mando pero la ignoré y seguí caminando.

- Para mi si.- Seguí tercamente mi camino. Justo cuando pensé que ya había ganado y estaba fuera de su alcance, mis pies fueron barridos por un objeto alargado y mi cuerpo cayó al suelo con fuerza, abrí mis ojos después del impacto y fijé mi vista en el general, quien me observaba con su característica arma en mano y una ceja arriba.

- Yo digo que no hemos terminado. Ahora, vas a dejar tu actitud infantil y comenzar a ver este asunto con seriedad. Él día que lo necesites y quieras darle la espalda a tu enemigo, en vez de terminar en el suelo con un poco de dolor en tus músculos, terminarás sin cabeza en un campo lleno de otros cadáveres que nadie se tomará la molestia de extrañar, ¿Entendido?

Gruñí.

- ¿Entendido?.- Me apuntó con su arma y a regañadientes asentí.- Ahora que quedó más claro, te doy tres segundos para levantarte y comenzar donde lo dejamos.

- Uno.- Lo miré mal, ni loca me levantaría tan rápido como el lo espera, era más que nada cuestión de orgullo.

- Dos.- Tercamente seguí en el suelo.

- Si llego a tres extenderé una hora el entrenamiento, tu decides.-Dio un ultimatum.

Le enseñé los dientes molesta y me puse de pie. Aquí vamos de nuevo.

****

- Entonces, en una semana organicé el itinerario para que el equipo se quede por un tiempo más en la zona y tú.- Perséfone me lanzó una mirada por encima de los papeles que cargaba.- Acompañarás al general hacía el territorio de los metamorfos.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora