Capítulo 40

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VALYRIA

- Entonces, reina. ¿Cuál será el próximo movimiento? - Le pregunté a Idara días después de su resucitación milagrosa.

La reina de los vampiros estaba en su escritorio tratando de mantener a flote el reino de los vampiros mientras sus preciosas vampiresas dormían cómodamente en las cunas a su lado.

Al principio había visto a la reina de los vampiros como a una niña débil que ciertamente necesitaba de alguien para cuidar de ella el resto de su vida. Pero a raíz de la guerra, el perder a su marido, tener dos hijas y un reino de toda una raza que mantener, algo en ella había cambiado. Había una madurez y tenacidad diferentes en ella. A pesar de verla físicamente deteriorada sus ojos te hacían creer que ella podría con esa carga y más. 

- Reagruparnos. No sabemos realmente cuantas bajas hemos tenido. El general se hará cargo de traerme los números actualizados en las próximas horas. Hace una semana, mientras estaba convaleciente, el reino de las hadas nos hizo llegar una carta con los números de sus tropas, el príncipe heredero se hará cargo de la matanza sucedida en el norte y estaba pensando en mandar al general Maxell como un apoyo secundario si las cosas se comienzan a poner feas.

- ¿A él solo? - Pregunté.

Idara asintió.

- Justo ahora es él único guerrero que puede mantener la balanza medianamente a nuestro favor. Artur desapareció después de la muerte de Lucius y Livius suficiente tiene tratando de mantener en orden a los cazadores. Técnicamente hablando solo tenemos a una persona para mantener nuestra raza de pie. ¿Le revocaste el hechizo que le habías plantado?

Sacudí la cabeza.

- Todavía no encuentro la manera de levantar el sello de la totalidad de sus poderes... Lo siento.- Me disculpé, en ese momento no había considerado que llegaríamos a este punto. Teníamos una guerra sin un equipo de fuerzas especiales, sin el rey de los vampiros y con menos de la mitad de los vampiros que podían pelear. Ciertamente necesitaríamos un milagro para poder voltear la balanza a nuestro favor. Ahora, más que nada veía la guillotina de la muerte colgar sobre mi cabeza. 

- No sé si en algún punto lo hayas escuchado, pero la difunta esposa de Maxell era una hada.

- No, no lo sabía.- Murmuré, preguntándome porque la reina sacaría a luz el tema.

- Tanto las hadas como las brujas manejan la magia, pero también es cierto que son completamente diferentes.

Asentí, dándole la razón. 

- Ciertamente. La hadas son más elementales, manejan aquello que se encuentre en la naturaleza y las brujas manejamos la magia que producimos con nuestra vida y energía de nacimiento. Somos demasiado diferentes.- Y no solo eso sino que las hadas y las brujas no tenían nada de compatibilidad, había un rechazo arraigado en lo más profundo de nuestra genética. Tanto que no me gustaría sentirme atraída en mi vida por una maldita hada.

- Hay un rumor realmente viejo que circula entra las historias de aquella guerra en los tiempos de los reyes tiranos.- La reina comentó.- El rumor en particular dice que las armas hechas por las hadas para sus compañeros eran bañadas en magia, cuando ambas partes peleaban juntos...- Idara sacó un libro de su escritorio y lo hojeó buscando algo, cuando lo encontró me lo pasó en seguida. Había un retrato en el libro de un hombre rubio empuñando el arma que tantas veces había visto al rey de los vampiros usar y una mujer detrás de el enviando algún tipo de energía al objeto. Volteando la pagina observé como el arma del rey congelaba todo lo que tocaba. Levanté las cejas sorprendida. - ... Se convertían en las mejores armas. Maxell todavía porta el arma que su esposa anterior le regaló, pero ya no tiene magia. Ahora solo es un arma común y corriente.- La reina suspiró largamente antes de pronunciar su pedido.- Me gustaría encargarte tratar de hacer que su arma porte magia.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora