Capítulo 16

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VALYRIA

El día de hoy era uno peculiar.

No todos los días (ninguno, en realidad) me tocaba ver al general entrenar seriamente con alguien, pero hoy era un de esos días.

Ya me había acostumbrado a hacerme cargo de sus heridas, así que al final del día siempre lo terminaba buscando para cerciorarme que no tuviera algún corte nuevo o se abriera los puntos recientemente suturados.

Maxell era peor que un niño chiquito, nunca obedecía órdenes sobre no esforzar sus heridas aunque fuera por un par de días y siempre tenía que volver a suturar.

Definitivamente era un castigo.
Sobre todo porque siempre que lo hacía, sentía un ambiente demasiado pesado y cargado con algo inexplicable que me ponía la piel de gallina y sumamente nerviosa.

Así que el día de hoy lo busqué, pero no lo encontré en su tienda como de costumbre o con el resto de los soldados, así que seguí buscando y recorrí el campamento entero sin encontrarlo, así que me rendí y decidí volver, entonces como última instancia decidí preguntarle a Perséfone, quien estaba evaluando cuidadosamente un mapa extendido sobre la mesa principal, una ficha con una bandera azul oscilaba entre sus dedos una y otra vez.

Acomodé el material de curación contra mi cintura y procedí a preguntar.

- No encontré al general, ¿Sabes dónde podría estar?.- Desde hace mucho tiempo había dejado de usar formalidades con ella, lo que realmente no le importaba, siempre y cuando cumpliera con sus órdenes, así que no reaccionó ante mis malas maneras y simplemente inclinó la cabeza ligeramente a un lado para mostrarme que había escuchado.

Pasaron unos segundos y Perséfone solo murmuró algunas palabras incoherentes a mis oídos para mirarme, aunque realmente no lo hacía, estaba demasiado concentrada en sus propios pensamientos.

- Camina por veinte minutos al oeste de su tienda, debe de estar ahí...- Dejó la bandera azul sobre una colina y luego sacudió la cabeza volviendo a removerla.

- Este territorio...- ella bajó la bandera, sacó una de un color anaranjado y la colocó sobre esa colina.-... príncipe...

Le dejé con sus divagaciones y me di la vuelta para seguir sus instrucciones y veintiun minutos después, justo cuando mantenía la ilusión de darme la vuelta y evitar mi castigo por hoy, me encontré con una escena impresionante.

Frente a mi, me encontré con un claro donde dos vampiros estaban luchando ferozmente, como si quisieran desmembrarse mutuamente. No debería de ser algo tan impresionante, solo que, me dejó sin aliento que los dos vampiros eran Maxell y Lucius Arscorth.

Y ninguno había tenido la decencia de usar camisa mientras peleaban.

Maxell usaba su arma en la modalidad de espadas gemelas y el rey de los vampiros también usaba un par de espadas muy similares, de hecho, la única diferencia que pude encontrar a simple vista fue el color, que mientras las de Maxell eran negras, las de Lucius eran plateadas.

El sonido de metal contra metal resonó en todo el lugar y algunas chispas saltaron en el impacto que el rey de los vampiros había dirigido hacia el cuello de Maxell, este último detuvo el ataque y llevó el filo de su otra espada contra el rey, quien reaccionó un segundo tarde y no pudo evitar que le perforara el abdomen. Maxell sacó el arma y Lucius siguió luchando sin inmutarse por su herida, su sangre se deslizó libremente manchando la tierra a sus pies.

Me acerqué con cautela, sintiéndome intrigada sobre el rey de los vampiros que parecía agotado e irritado, lo cual contrastaba enormemente con la actitud despreocupada del general. Lucius recurrió a juntar sus espadas creando una lanza con la cual se enfrentó nuevamente a su contrincante, Maxell hizo lo mismo y giró su arma hacia un costado.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora