Capítulo 23

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VALYRIA

Al despertar, un dolor punzante me taladró el cerebro, gemí y me llevé las manos hacía la cabeza, como si eso pudiera detenerlo.

Ahogando una maldición poco elegante, me incorporé tratando ignorar el dolor, sentí que mi cuerpo estaba sobre alguna superficie alta, tratando de no hacer ningún movimiento demasiado brusco, me senté parpadeando y adaptando mis ojos a una iluminación algo más tenue del gran salón de baile, sentí a Maxell a mi lado y mi orgullo me impulso a abandonar cualquier rastro de debilidad para ponerme de pie, a pesar de que mi cuerpo me pedía seguir acostada por unos momentos más. 

- ¿Estás bien?.- la reina me tocó el hombro, lo cual agradecí interiormente porque no sé si fue consciente de ello, pero aumentó mi malestar, su energía invadiéndome promovió que le lanzara una mirada de molestia.

- ¿Y tú?.- Le pregunté, después de todo, me pregunté si había funcionado lo que le entregué al rey y si ella no lo había rechazado o expulsado de su cuerpo, ya que no funcionaría e inevitablemente quedaría embarazada. Sin embargo, la reina no captó mis verdaderas intenciones al preguntar y replicó.

- En este momento me preocupa más tu estado. Además del dolor de cabeza y la debilidad general, ¿Sientes algo más?.- Removió su mano, lo cual me hizo sentir mucho mejor.

- ¿Como sabes que me duele la...?.- Mi voz murió a la mitad de la frase, ya, claro, si ella tenía tal don, entonces sería natural que conociera los efectos secundarios de usarlo.- Ya. Olvídalo.- Sacudí mi mano.- No, estoy bien.- Era una gran mentira, ya que mis piernas realmente se sentían inestables y una sensación muy desagradable se sentía en mi garganta.

- Me alegra.- comentó y la observé vigilar la reacción de Maxell por el rabillo del ojo, claro que, el buen general estaba como estatua a cierta distancia de mi, al darse cuenta de que lo estábamos observando, se marchó sin decir nada, lo seguí con la mirada y sentí mi ceño fruncirse. ¿Por qué era así? Como si nada le importara, era en extremo irritante y lo que más me molestó fue que no me era indiferente incluso cuando me sentía irritada hacía él.

- Imbécil.- Susurré, sabiendo que me escucharía, pero que estando la reina conmigo, muy difícilmente podría castigarme por insubordinación.

- ¿No te agrada?.- La reina me preguntó.

No resistí el impulso de dar rienda suelta a mi sinceridad.

- Si pudiera deshacerme de él, lo haría sin pensarlo dos veces.- Suspiré.- De todas la mujeres en el mundo entero, ¿Por qué me eligió a mi?

Aunque él ya me había dicho su razón, siendo básicamente que sabía que yo podía sobrevivir por mi propia cuenta y que si llegaba a morir no sería más que un cadáver más en la lista de bajas en la guerra, pero aún así no podía evitar pensar que si no hubiera aparecido frente a él en ese momento, entonces mi vida no estaría hecha un desastre para estas alturas.

La reina sacudió su cabeza.

- No lo sé, ¿Amor a primera vista?.- Cuestionó con un ligero tono de ironía.

Resoplé.

¿Maxell enamorado a primera vista?

Primero reviven los dinosaurios.

Decidí decirle un poco a la reina de las intenciones del general.

- No lo creo. Más bien... creo que tiene intenciones bélicas. Me necesita como compañera en el campo de batalla y como me acaba de conocer, si muero o no en la lucha le será completamente indiferente.- Me alisé la falda del vestido y por alguna razón se me vino a la mente Persefone, siempre al pendiente de sus necesidades, siempre sonriente cuando él aparecía y defendiéndolo a capa y espada cuando lo criticaba abiertamente, ella parecía su verdadera esposa y ese pensamiento, por alguna extraña razón, me irritó mucho.- Yo no entiendo como no se casó con ella y me dejó en paz a mi.- Bien, eso último se me escapó, por un momento tuve la esperanza de que mis palabras no atrajeran la atención de la reina, pero esas esperanzas murieron cuando ella cuestionó.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora