Capítulo 29

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VALYRIA

Llovía pero no era la lluvia que caía sobre ti y helaba tus huesos. Era la lluvia que escuchabas de fondo y a salvo dentro de tu hogar, con la chimenea ardiendo. El olor a petricor que atravesaba la madera de la pequeña pero acogedora choza. El dulce sabor del pan recién horneado y una bebida caliente que calme el frío interno.

Y lo mejor de todo, era sentir la piel desnuda de la persona que más amaba junto a la mía. El pan hecho por él y la bebida también. No existía un mejor momento en mi vida que este. No había responsabilidades, ni a mi familia presionándome para cumplir con mis deberes como la próxima líder de las brujas. Solo estaba yo y el hombre con el que pensaba casarme a mi lado.

Y aunque sabía que lo que acababa de hacer terminaba con todas mis posibilidades de sobrevivir el día de mañana al torneo definitivo, no me arrepentía ni por un segundo, no me arrepentiría de darle mi cuerpo y mi alma a Maxell Markovic.

Estaba prohibido enamorarse de un original. Una bruja y mucho menos la sucesora podría alguna vez enamorarse o perder su pureza que drenaba casi la mitad de todo su poder. Sin embargo, yo lo había hecho. De igual manera, desde su muerte ya estaba condenada.

Me levanté vistiéndome con un ligero cobertor y me fui directo al lienzo en blanco que me habían regalado. Una bruja tenía que pintar por primera vez aquello que quería para el resto de su vida. Al cumplir los dieciséis años, justo después vendría mi coronación como la suprema bruja y eso que ya lo había logrado evitar por varios años alegando diferentes tipos de excusas. Sin embargo, para que eso pasara me tenía que batir en duelo con todo el aquelarre y nadie más que yo sabía que a pesar de que todos esperaran que la hija de la bruja suprema ganara, mañana solo sería el día de mi muerte.

No podría más que sentirme mal por mi madre, quien a pesar de ser tan estricta, genuinamente me había amado desde el momento de mi nacimiento. Nyssel, mi hermana menor también tendría que crecer con la vergüenza de mi muerte, pero esperaba que eventualmente entendiera las circunstancias de mi muerte.

Mi único error había sido no ser lo suficientemente buena como futura líder. Si hubiera sido más fuerte, más rápida, más previsora y más inteligente, no habría caído en la tragedia que me lo había arrebatado todo, pero ya no tenía caso pensar en ello.

Así que aquí estaba con solo unas pocas horas de vida y un lienzo en blanco, ¿Qué quería para el resto de mi vida?, ¿Vivir muchos más años de los que eh tenido?, ¿Poder?, ¿Ser la bruja suprema?

Miré a Maxell Markovic dormir tranquilamente frente a mi y sonreí. Lo que realmente quería era tenerlo a él hasta el último día. Tomé mi pincel y un lugar para pintar tranquilamente, pensé que sería demasiado intimo si lo pintaba desnudo entre mis sábanas, así que traté de darle la posición más decente que pude con la tenue vista aportada por mis piedras encantadas.

Finalmente terminé al amanecer con lagrimas corriendo por mis mejillas. Firmé con las palabras "Con amor, Chel", me vestí y salí directo al campo, sabía lo que enfrentaría, pero no por ello era menos doloroso y atemorizarte. 

****

-¡CHEL! Resite, Chel, no puedes morir, no puedes dejarme solo.- Maxell decía algo, creo que me suplicaba que sobreviviera.

Sonreí con la sangre corriendo a través de mis labios, el hechizo de mi prima había sido demasiado fuerte para poder pararlo, había sido el último duelo y por un momento pensé que podría ganar, que podría ser la gran bruja aunque fuera solo por unos minutos antes de morir. 

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora