Capítulo 32

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IDARA

No había nada.

Abrí los ojos y solo me encontré con un techo claro y un candil de cristales moviéndose ligeramente por alguna corriente de aire.

Me levanté con cuidado y confusión. Algo en mi vista estaba extraño, me lastimaba sumamente la luz mandando punzadas hacía la parte posterior de mi cabeza y a pesar de abrir y cerrar los ojos en repetidas ocasiones enfocando y desenfocando mis piernas vestidas de un tipo de camisón largo y negro con tela como la seda, a pesar de hacer eso, no funcionaba e incluso el dolor aumentaba.

- ¿Puedes verme?.- Una voz fría y claramente masculina me habló.

Era un hombre de cabello oscuro y ojos heterocromicos que estaba a los pies de la cama, tranquilamente observándome por encima de la montura de sus gafas, como con un frío desdén.

- Si...- le sonreí tímidamente sin saber como formular la pregunta que claramente se debía de ver en mis ojos.- Eh... disculpe, pero, ¿Quién es usted?

Escuche una risa siniestra desde otro punto de la habitación, volteé mi mirada hacía el punto de origen y a unos metros, recargado en el marco de la puerta de entrada estaba otro hombre, pero de cabello pelirrojo y ojos verde esmeralda, el cual bufó.

- ¿Ahora no sabes quien es el hombre que te salvó la vida? Vaya estúpida, solo de mirarte me enferma. Lo que le hiciste a Seba...

El hombre de cabello negro lo miró penetrantemente a lo que el pelirrojo contestó cerrando la boca.

- Muchas gracias por salvar mi vida, señor.- Incliné mi cabeza.- Espero algún día poder pagarle...

- Ni matándote mil veces podrás pagar nada.- Me interrumpió el pelirrojo. Traté de ignorar sus hirientes palabras y proseguí hablándole a mi salvador.

-... Y ya que me salvó, espero que no le moleste responderme una pregunta.- El hombre solo me miró en silencio sin cambiar su inexpresiva cara a lo que tomé como una invitación a preguntar.- Este... ¿Sabe quién soy?

Escuché un silbido del pelirrojo, que de repente parecía derrochar cinismo y sarcasmo.

- Eso sí que es un giro inesperado en el drama de hoy, cuéntanos más zorrita. Estoy intrigado por saber que tan lejos llegarás con el teatro.- Lo miré con el ceño fruncido.

¿Cuál era su maldito problema?

- Johan.- Dijo el tipo de cabello negro.

- ¿Si, hermano?.- Inquirió el otro, aumentando su sonrisa.

- Lárgate.

Después de un chasquido de lengua seguido de "Como quieras", se escuchó el clic de la puerta al ser cerrada. De nuevo, el silencio pesado se instaló en la habitación. Bajé la vista ante su mirada intensa sobre mi. Me abracé insegura de que decir.

Realmente estaba perdida, sin recuerdos y sin saber quienes eras los hombres que acababa de ver. ¿Tal vez me habían asaltado de camino a casa y terminé herida?, ¿O regresaba de la escuela a casa y me atacaron? Realmente no podía dejar de pensar en cada posible situación que me hubiera puesto en peligro para terminar así. Mis manos lucían propias de una persona joven, así que imaginaba estaría en escuela o tal vez comenzando a trabajar. Llevé las manos a mi rostro, tocando piel suave, me pregunté como sería al verme en en un espejo y al mismo tiempo traté de mantener la calma, porque para empezar no lograba nada entrando en pánico y en segundo lugar, seguramente la persona que me había salvado la vida, no pensaría en hacerme daño, sería algo muy ilógico, ¿No? Tal vez incluso podría ser un conocido o amigo mio, podría ayudarme a aclarar mis recuerdos y reunirme con mi familia, en caso de tener una, claro.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora