Capítulo 1

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IDARA

Cuando me arrastraron a aquel asqueroso palacio para vender mi libertad, me rebelé.

Grité.

Maldije.

Juré que los mataría a todos.

Y luego nada.

No sirvió de nada y fui vendida.

Las cadenas me pesaban y cuando levanté la vista hacia arriba para volver a gritar, me encontré viendo a una hermosa mujer sobre uno de los balcones junto a otra vampira.

Encontré algo en esa mujer de cabello oscuro que me detuvo por unos segundos.

Era demasiado bonita como para ser real y la expresión de tristeza perpetua en su rostro sacó una extraña punzada de mi pecho. Miraba a la otra mujer con atención, olvidando por completo el resto de su entorno.

Algo dentro de mí la odió por no hacer nada para salvarme y en seguida me burlé de mí misma.

¿Por qué una vampiresa y una noble, además, me salvaría?

-¡Vendida a los hermanos Dragomir!.- La exclamación me sacó del estupor y enseguida me di cuenta de que la suerte estaba echada.

Dos hermanos se acercaron a mi con sonrisas escalofriantes. Uno de ellos agitaba un collar de perro de un lado a otro frente a mi, ese tenía el cabello dorado y el otro, quien me tomó del brazo con brutalidad y me jaló contra su pecho era más bien pelirrojo.

Traté de luchar, pero poco pude hacer con su fuerza inhumana, mi debilidad  de tanto pelearme con las cadenas y lo poco que me habían alimentado.

Los subastadores ya me habían olvidado y procedían a vender a Oliver, quien gritó y trató de liberarse para salvarme. Sin embargo, sus gritos solo sirvieron para provocar la risa de los expectadores.

No pude evitar sentir una punzada de resentimiento por habernos hecho terminar en esta posición y aún así me di ligeramente la vuelta y le sonreí tratando de tranquilizarlo. Aunque muriera, no quería que se sintiera culpable. Después de todo, también pude haberme negado...

El vampiro de ojos verdes y cabello dorado me puso el collar y me jaló con violencia para que fuera detrás de ellos. Tropezándome, los seguí aparentemente sumisa, aunque planeaba tomar cualquier arma a mi alcance y matarlos.

Una vez en su automóvil el pelirrojo se giró a mi dirección y me sonrió, mostrándome a propósito sus colmillos.

- Eres una cosita muy linda, ¿Cuál es tú nombre?.

Lo fulminé con la mirada y el pareció disfrutarlo más.

-¿Recuerdas que era difícil de domar?.- El rubio se burló.- Por eso la compramos, me sentiría ofendido si te hubiera respondido.

El pelirrojo chasqueó la lengua.

- Nada me da más placer que destruir a las fuertes.- El pelirrojo me guiñó un ojo.- Sus gritos cuando las vuelvo locas...- Inhaló profundamente, recordando.- Es embriagador.

Su hermano sacudió la cabeza y yo no pude contener un temblor.

- No olvides que a la última te la estrenaste tú, es mi turno.- El vampiro se pasó la lengua por sus labios y luego miró a través del retrovisor, perdiendo de vista el camino.- ¿No te parece emocionante, mi amor?, ¿Qué sea el primero?

Permanecí callada e intenté permanecer imperturbable, pero cada vez me sentía más nerviosa.

Si, era virgen, pero no era completamente inocente. Había tenido novios y conocido sus besos, caricias e incluso me había sentido tentada a ir más allá, pero me había detenido pensando que encontraría algo mejor, al amor de mi vida y que valdría la pena entregarme a él.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora