Capítulo 54

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VALYRIA

Desperté con el sonido de un bebe llorando, mi cuerpo se sentía adolorido, como si hubiera pasado por el peor entrenamiento a manos de Maxell. Y considerando que tuve a su hijo... creo que hubiera preferido una guerra sola con las Kisas, hubiera dolido menos. 

Abrí mis ojos con pesadez, tardé unos momentos en enfocar el cuarto ya que estaba muy oscuro y sin embargo logré encontrar una silueta junto a la ventana, era Maxell con un bulto entre sus brazos, parecía muy concentrado solo observando a la pequeña vida que cargaba, como si no le fuese posible creer que existía algo que dependía de él, que llevaba una parte de él.

- ¿Cómo es? - Mi voz salió ronca y Maxell volteó a verme sorprendido, ¿Por qué sería? ¿Por que seguía viva? ¿O por que se había olvidado de que estaba en la habitación?

Se acercó a mi y colocó el pequeño bulto entre mis brazos y así pude conocer por primera vez a mi hijo. Ojos de un color rojo vivo me observaban fijamente y así provocó que los míos se llenaran de lagrimas. Lo abracé con fuerza. Todo el sufrimiento por el que había pasado parecía esfumarse con solo esa mirada inocente que esperaba que yo le diera todo el amor que podía ofrecer. 

- Gracias, Valyria.- Maxell me miraba con una emoción extraña en sus ojos. 

Sonreí y luego emití un lento suspiro.

- Pensé que me dirías que no tenía caso preocuparte por la vida de una mujer que no fue lo suficiente fuerte como para dar a luz un hijo tuyo sin problemas.- Mi voz sonó a la defensiva, lo cual tenía sentido, ya que lo estaba. Maxell siempre era así de frío, por lo que esperaba una confrontación. 

Maxell suspiró.

Permanecimos en silencio por unos minutos, nuestro hijo ajeno a todo, pareció encontrar el momento para dormir.

Decidí que lo mejor sería comenzar a preguntar lo que tanto me acosó estando en el pasado.

- Chel...- Su nombre me supo amargo, pero tenía que mencionarlo.- A ella la elegiste para vengarte de las brujas, entonces, ¿A mi porque me elegiste? - Antes de que contestara continué.- No fue una casualidad que te dirigieras cerca de mi territorio, ¿Me equivoco?

- Eres la reencarnación de Chel, yo al principio solo quería asegúrame de que estuvieras a salvo, lejos de las Kisas, no fue mi plan involucrarte en la guerra. 

- ¿Entonces por qué lo hiciste? ¿Por qué me entrenaste haciéndome saber que si moría no era mas que un saco de carne que iría a un foso olvidado, entre tantos cuerpos sin vida? - Le ataqué.

- Tenía miedo.- Me miró directamente a los ojos.- La primera vez que perdí algo en mi vida fue a mi madre, quien murió tratando de alimentar a dos bastardos sin nombre, abriendo las piernas para cualquiera que pudiera darle comida. La segunda vez que perdí, fue a mi hermana, quien alguna vez pensó que el amor era lo único hermoso en este mundo, ese mismo "amor" la dejó embarazada de un mestizo que la terminó matando. La tercera vez que perdí...- Sus ojos parecían brillar.- Fuiste tú, cegado por mi venganza en contra de las brujas, hice que la primera mujer que me amó siendo un bastardo sin nada mas que harapos, fuera asesinada por su familia en nombre de un amor que me negué a corresponder con sinceridad, hasta que fue demasiado tarde. La cuarta muerte fueron mis hermanos, quienes me dieron mi apellido, poder y sincero afecto aunque nunca compartimos sangre. La quinta vez perdí a Monika, Alyandra, Damian, Keith, Maxwell y Caliope sucesivamente. Y no dejé de perder todo lo que alguna vez juré proteger. Siempre, cualquiera que se quedara a mi lado terminaba muriendo. Cuando volví a verte y fui consiente de la fragilidad de tu vida, quise prepararte para que pudieras sobrevivir sin mi y al mismo tiempo separarme de cualquier vinculo que me uniera a ti, solo quería enseñarte y dejarte continuar con tu vida, a salvo.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora