Capítulo 3

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IDARA

El rubio me llevó a la mansión en sus brazos.

Una extraña consideración teniendo en cuenta que bien pudo hacerme caminar hasta su hogar con una flecha atravesada en mi pierna.

Pero la amabilidad se acabó una vez cruzada la puerta y me dejó bruscamente en el suelo, me dejé caer sobre el mármol helado con las mejillas desbordantes de lágrimas, el dolor de la herida se había vuelto tan insoportable que ya no podía seguir pretendiendo fuerza o valentía.

El pelirrojo se inclinó hacia mi haciéndome retroceder al acercarse demasiado. Prácticamente se puso encima de mi con una sádica sonrisa sobre sus labios, puso su mano sobre la flecha.

- Debe de ser muy doloroso, déjame te ayudo un poco...- Sin darme tiempo para protestar o siquiera intentar inpedirselo, él sacó con suma violencia la flecha,arrancandola. Solté un sonoro y desgarrador grito de dolor. Las lágrimas salieron sin control y golpeé el suelo por la agonía de haber sentido como la flecha terminaba de desgarrar el músculo al ser sacada de esa manera.

- Mmm... Me encanta tu voz cuando gritas y esas lágrimas.- Las lamió sobre mis mejillas.- Me gustaría arrancar tus cuerdas vocales y guardarlas en un frasco cuando mueras, será un bonito recuerdo.- Me detuvo la mano que estiré hacia mi pierna.- Oh, no. No lo pares, tu sangre inaugurando el suelo es arte para mis sentidos.

- Estas loco.- Susurré, perdiendo toda mi valentia. Solo quería volver a mi hogar, con mi padre.

Hice lo que me juré nunca pediría a un vampiro.

Supliqué.

- Por favor.- Lloré.-Déjenme marchar.

El rubio se rió y volteó a ver la reacción de su hermano, el cual solamente subió las monturas de sus gafas y se dió la vuelta para terminar de largarse. El pelirrojo miró el reloj sobre su muñeca y sonrió en mi dirección.

- Eso fue rápido. Tu altanería duró unas... ¿Tres horas? Vamos, no seas tan cobarde, haz valer lo que pagamos por ti. Aguanta hasta mañana al menos.- Apretó mi pierna herida, sacándome otro grito.- Es más, vamos a hacerlo divertido, vamos a hacer un trato, ¿Te parece?.- El pareció satisfecho de mí falta de respuesta.- Si llegas con nuestro hermano mayor, lo alcanzas y consigues que te libere, te dejaremos ir. ¿Qué te parece?

Emití un quejido y el volvió la vista a su reloj.

- Te daré 20 segundos para lograrlo.- Me guiñó un ojo, ignorando mis súplicas y comenzó a contar.- Uno, dos, tres...

Me puse de pie sollozando a lágrimas viva y a base de pura adrenalina y miedo conseguí ponerme en acción y gatear lo más rápido que podía hasta el vampiro. De esa humillante manera llegué hasta él vampiro de gafas y me aferré a su pierna con desesperación.

Qué bajó había caído.

- Por favor...- Le supliqué, le rogué.- Por favor, déjeme ir, prometo no volver a pisar el territorio... Yo, solo... Por favor...- El dolor y el miedo me movían. Estaba desesperada y despojada de todo orgullo o dignidad.

El se agachó hasta ponerse a mi altura y me tomó por la barbilla.

- ¿Y qué te hace creer a ti, humana, que yo soy el mejor de los tres hermanos?.- Su mano me soltó y recorrió mi cuerpo hasta posarse en mi pierna sangrante.- ¿Acaso me veo débil, blando?.- Hizo presión.- Te equivocas.- Su labio se tiró ligeramente, un movimiento que me provocó un estremecimiento de terror.- Soy el peor.- Y mi pierna hizo un sonido espeluznante que decía ante todo que había sido fracturada por su fuerza.

Esta vez no grité de dolor. Directamente todo se volvió negro.

💙💙

Desperté con un sabor metálico en la boca y una sensación cálida a mi lado.

Al abrir los ojos todo estaba tan oscuro que me era imposible ver nada más que oscuridad y a pesar de que mis ojos se adaptaron, solo pude identificar la sombra de algunos muebles, lo único que era inequívoco era el cuerpo que calentaba mi espalda y el brazo que rodeaba mi cintura.

Por un momento se me vino a la mente la imagen de mi hermano Oliver con quién dormía a menudo cuando tenía pesadillas, pero esta vez sabía que no era mi hermano y sentí el miedo apoderarse de mi con suma rapidez.

Traté de alejarme pero la presión en mi cintura se hizo más fuerte y escuche una voz masculina y soñolienta susurrar.

- Quédate así.- El miedo me paralizó y obedecí. No tardé en volver a quedarme dormida.

Cuando desperté de nuevo descubrí que el hombre que me había hecho dormir con él había sido el rubio, el cual me sonrió y luego se estiró como si todo ese momento fuera algo completamente normal, como si un despertar con una mujer comprada fuera su pan de cada día...

-¿Ahora si quieres decir tu nombre?.- Él preguntó.

Solamente lo miré, impotente y sumamente triste al descubrir que nada había sido un sueño y ahora esa pintaba como mi nueva realidad.

Sin embargo, ¿Qué caso tenía el guardar mi nombre? De igual manera ellos podían llamarme como se les diera la gana. Si les decía o no, no hacía mucha diferencia.

- Idara .- Contesté, mi voz ronca por el llanto de ese momento y por el sueño.

El vampiro alzó las cejas.

- Tienes el nombre de la princesa muerta.- Murmuró, más bien para sí mismo.- Vaya coincidencia.

Seguí viéndolo en silencio. Todo estaba demasiado tranquilo, demasiado bueno para ser real.

- Lo correcto sería presentarme yo también.- Se llevó la mano al pecho desnudo y esculpido en firmes músculos.- Mi nombre es Sebastián y seré tu primer todo, un gusto.

Definitivamente no le iba a contestar: "un placer". Apreté mis dientes y desvié la mirada, el no pareció notar mi reticencia y continuó.

- Mi hermano, el pelirrojo se llama Johan y el que te ha roto la pierna se llama Kelian, creo que no le caiste bien... Harías bien en evitarle.

Haría bien en matarlos a todos.

Me mantuve callada, pero los odiaba tanto que me era prácticamente imposible disimularlo.

El rubio se acercó a mí y se puso sobre mi.

- Entonces, ¿Empezamos?

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora