Capítulo 21

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IDARA

Al llegar, no pude evitar pensar que los vampiros sabían como manejar una fiesta de alta gama entre la nobleza. Todo se veía hermoso y al mismo tiempo muy organizado, desde la decoración que incluía ventanales enormes que daban la ilusión de estar fuera cuando realmente te encontrabas dentro, hasta las mesas dispersadas estrategicamente lejos de la pista de baile, pero lo suficientemente cerca para llegar y sentarse, los manteles de colores claros agregaban pulcritud al ambiente y por supuesto, el lugar donde se encontraban los monarcas, en un pequeño escenario que daba visibilidad a todo el salón y altura suficiente para mirar por encima de todos los presentes. 

Los colores no estaban sobrecargados e incluso daban un aire fantasioso que aumentaba con los invitados que, por cierto, eran muy peculiares a observar.

Los vampiros tenían la particularidad de detener su desarrollo llegados a cierta edad y quedarse en esa apariencia externa a pesar del paso de los siglos, pero siempre había algo que delataba su edad, por ejemplo las mujeres que llevaban vestidos de fiesta mas voluminosos de cierto estilo victoriano aunque discreto que debían de tener como mínimo trecientos años, también estaban aquellas que me daban la sensación de haber salido de una revista ambientada en el siglo XX o aquellas que tenían vestidos escotados me daban la pista de ser de esta época o algo más liberales. En cambio con los hombres se apreciaba un poco menos y no estaba tan segura, por ejemplo el rey, al observarlo de lejos tenía un traje de corte antiguo y contemporáneo que me confundía sobre su edad, aunque tenía que admitir que se veía muy atractivo con ese traje lleno de insignias militares.

Los hermanos Dragomir vestían trajes de tres piezas, Johan llevaba uno de color azul oscuro con una mascara de medio rostro, Sebastian se veía increíblemente arrebatador con uno de color vino tinto, su cabello rubio algo desordenado a propósito que le daba un aire de pícaro y la mascara resaltaba sus ojos verdes, Kelian vestía un traje gris y mascara similar, la falta de color de su traje se contrastaba con su cabello y sus ojos heterocromicos que me ponían siempre a temblar, por lo que los evité cuidadosamente y seguí observando todo lo que podía a mi alrededor.

Ciertamente los vampiros tenían muchas peculiaridades, como el hecho de que comían y parecían disfrutar de aperitivos aunque realmente no los necesitaran o sus conversaciones, sus sonrisas que daban el destello de los filosos colmillos bajo sus labios.

Toda mi vida había aprendido sobre como matarlos.

Y ahora estaba cómodamente en una fiesta rodeada de ellos, como esclava de un vampiro y sin ningún indicio de mi antiguo orgullo como cazadora.

Que broma.

Una mano sobre mi espalda me sobresaltó. Era Sebastian, quien se inclinó colocando sus labios peligrosamente cerca de mi oído.

- Vamos a salir por un momento.- Sin darme tiempo de contestar me jaló hacia un extremo de la pista, donde vislumbré la salida hacia un balcón, cuando llegamos no paramos en el sitio, si no que me condujo por unas escaleras que conectaban con un jardín en la planta baja, lo seguí con un sentimiento de intriga y ansiedad sobre lo que tuviera en mente.

Fuera me llegó ligeramente el anuncio de que la pareja real estaba a punto de iniciar su baile de inicio, me sentí un poco triste ya que quería ver a la reina, pero no parecía ser posible. 

En el jardín había una ligera corriente de aire que me puso la piel de gallina, me abracé para aminorar el frío que me embargó, el sonido de un suspiró atrajo mi atención de vuelta hacia Sebastian, quien me estaba viendo con cierto sentido de burla.

- Mestizos, están llenos de defectos.- Se quitó el sacó largo que llevaba y lo colocó sobre mis hombros.

Puse mis ojos en blanco por un segundo.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora