Capítulo 28

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IDARA

El viento helado me acariciaba el rostro, mis cabellos rozaban con mis mejillas y una suave como gélida mano lo acomodaba detrás de mis orejas. Abrí mis ojos con lentitud y descubrí frente a mi los expresivos iris color verde de Sebastian, quien me observaba fijamente.

 -Estas viva.- dijo momentos después.

Ladee la cabeza para enfrentarme a la vista panorámica de encontrarnos en la azotea de un edificio. Al parecer, era una cuidad en todo su esplendor en plena noche, con las luces, el sonido tenue de los autos y las personas abajo llevando sus vidas normales, sin preocuparse por los peligros de la noche y sus depredadores al acecho. Los brazos que me rodeaban me recordaban que a pesar de ver la libertad a solo a unos metros bajo mi, seguía siendo una esclava, seguía sin poder huir, aún así, no pude evitar asombrarme y sentirme momentáneamente feliz de estar en ese lugar. Había pasado más de un año desde que había salido de la mansión Dragomir o el palacio de la reina.

- Define viva.- Contesté a sus palabras.- Soy un conejillo de experimentación para tu hermano, Kelian, el recipiente de frustraciones de Johan y...- guardé silencio.  Sebastian levantó la ceja, esperando que me refiriera a él.

Pero no lo hice, ya no sabía que sentir con respecto a él. Me había hecho muchas cosas al principio, como usarme de su alimento personal o como su escudo para huir de otras mujeres haciendo correr el rumor de que se había enamorado perdidamente de una mestiza, lo cual era una mentira, pero había funcionado hasta el momento. Sin embargo, cuando mi sangre se volvió venenosa simplemente dejó de beberla, pero no me apartó, sino que me hacía dormir todos los días a su lado, solo abrazándome hasta la mañana siguiente. Me defendía de Kelian cuando se sobrepasa con sus experimentos y cuidaba de mi sin pedir nada a cambio. Me confundía y al mismo tiempo me atemorizaba pensar que estuviera guardando todo para después cobrarme cada uno de sus favores de la peor manera.

- La luces de la ciudad son hermosas.- Inhale profundamente.- Me recuerdan a mis noches de cacería, la libertad y el saber que volvería a casa con mi padre y mi hermano para la cena. Ahora todo es solo un sueño lejano.

Sebastian no contestó de inmediato.

- Eres libre.

Resoplé.

- No lo soy. Si desapareciera hoy, gracias al veneno de tu hermano estaría muerta  para mañana.- Repliqué con amargura.

Sebastian sacudió su cabeza.- Déjame conseguir el antídoto por ti. Eres libre si tu lo decides y el único precio a pagar es confiar en que mañana te entregaré ese antídoto.

Lo miré con escepticismo, si yo confiaba en él, ¿Qué me garantizaba a mi que sería así?, ¿Y si me tendía una trampa?, ¿Qué si solo quería deshacerse de mi? Permanecí en silencio cambiando intermitentemente mi mirada desde la vista panorámica de la ciudad hasta su rostro parcialmente oculto por las sombras. Sebastian me observó atentamente, esperando por mi respuesta.

- ¿Por qué estas haciendo esto?.- Pregunté.- Realmente ya no tengo ningún tipo de utilidad para ti. Ya te has desecho de las mujeres que te rodeaban y mi sangre esta tan envenenada que te desagrada la idea de solo probarla. ¿Por qué me defiendes?, ¿Por qué discutes con tu hermano por algo tan simple como una esclava?

- No te menosprecies.- Me interrumpió.- Eres más que una esclava. Yo.. realmente no lo sé o como sucedió en tan solo un año.- Se pasó la mano por el cabello, inquieto.- Pero creo que me eh enamorado de ti.- Sonrió como si no pudiera creer lo que había dicho.- Y es desesperante porque nunca había tenido la necesidad de proteger a alguien o querer cuidar de una persona. Acostumbré a lo largo de mi vida a dañar y destruir, no sé que más hacer aparte de ser un sádico con problemas. Y a pesar de que no entiendo muchos de los sentimientos o emociones que estoy sintiendo, solo me queda clara una cosa: No te quiero cerca de mi hermano.- Me estremecí del miedo al recordar tanto sus atractivas como aterradoras facciones, Kelian Dragomir entraba perfectamente en la frase de "Tan bello que da miedo".- Cada vez es más arriesgado con sus experimentos y cada vez está más cerca de matarte. Soy un enfermo sádico y sé que no estarás a salvo conmigo, tampoco soy lo suficientemente fuerte. Tarde o temprano alguno de los tres terminará rompiéndote por completo y estoy tan enamorado de ti que sé lo que es correcto: dejarte ir.

Inhalé profundamente, Sebastián limpió la humedad de mis ojos ante sus palabras.

- Vuelve con tu familia. Trata de olvidarnos, enamorate de un hombre bueno y aléjate de la cacería de vampiros.- Se levantó conmigo en brazos, bajó de la orilla del edificio y me dejó en el suelo.- Comienza de nuevo.- Llevó un mechon de cabello que comenzó a moverse a causa del viento detrás de mi oreja y dejó su mano acunando mi mejilla con ternura.- Quisiera que te quedaras a mi lado, poder cortejarte, llevarte flores, a citas y demás tonterías que hacen los humanos.- Me besó en la frente.- También quisiera tenerte encerrada bajo mi protección, sin que mis hermanos pudieran siquiera respirar cerca de ti, hacerte mía por completo y por toda la eternidad.- Me besó en las mejillas.- Seducirte con calma y enamorarte a tal grado que no puedas siquiera pensar en permanecer lejos de mi porque la simple idea te volvería loca.- Acarició sus labios con los míos.- Si embargo, la decisión es tuya.- Me besó gentilmente, con una dulzura de la que no sabía que alguna vez podía manifestar y correspondí. Había algo en Sebastian que me hacía sentir tan cómoda, el dejarme llevar entre sus brazos, como si el mundo no importara...

Me separé de él.

- Gracias.- Acuné sus mejillas con mis manos, mirándolo con tristeza.- Pero quiero volver a casa y olvidarlo todo.- Una vez tuve la oportunidad gracias a la reina de los vampiros y por mi estupidez la desaproveché. Ahora que volvía a tener esperanza de ser libre no pensaba quedarme. Aunque mi pecho doliera al ver la expresión de derrota y resignación de Sebastian.

Me puse en la punta de mis pies, le di un beso en los labios y me di la vuelta hasta la puerta que me conduciría dentro del edificio para comenzar mi camino hasta mi libertad.

Bajé por el ascensor con el nerviosismo a tope, mis manos temblaban y sudaban, podría jurar que los latidos de mi corazón se escuchaban por todo el edificio y la adrenalina corría a toda velocidad por mi torrente sanguíneo. Por fin sería libre.

Piso cincuenta.

Cuarenta.

Treinta.

Veinte. 

Diez.

Uno.

Se abrieron las puertas y el salón que me recibió fue el área de descanso y recepción de un hotel, con sus impecables suelos pulidos, un piano clásico en una esquina, sillones y sillas de madera oscura. Pasé rápidamente a través del lugar tratando de no llamar la atención con mi vestido color gris de estilo simple, cabello suelto, largo y ligeramente ondulado en las puntas. Salí y a pesar del viento helado que me golpeó de lleno en la cara, sonreí con el sabor de la libertad. Atravesé las puertas y di varios pasos al frente para comenzar a alejarme de aquel lugar.

Sin embargo, no llegué demasiado lejos.

Una mano enfundada en un guante de cuero negro me colocó la mano en la boca y nariz para evitar que gritara e introdujo algo que se sintió como una aguja en mi cuello. Eso fue lo último que sentí antes de perder la consciencia. 

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Hola!! Perdón la tardanza, espero les guste.

¿Quién creen que capturó a nuestra mestiza?

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora