Capítulo 60

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Ilyana Eckhart (Princesa de las hadas)

Seguía a mi hermano. Corríamos por las catacumbas del palacio.

Mis piernas dolían, mi respiración era entrecortada, mis labios se sentían secos aunque pasara mi lengua por ellos con ansiedad creciente. La princesa Lucinda se aferraba a mi cuello con sus pequeños brazos y sollozaba de miedo en silencio.

El sonido del metal chocar contra la carne de las Kisas me indicaba que mi hermano seguía vivo, cortando a las que se atrevían a tratar de alcanzarnos. Lucinda asustada decía su nombre en pequeños susurros. La princesa Idara iba unos pasos sosteniendo a su pequeño hijo Eros en brazos mientras la pequeña Erica se aferraba a su espalda. La reina de los cambiantes nos encabezaba llevando a su cachorro en brazos también.

Todos los caballeros que tenían que llevarnos a una zona segura habían muerto y mi hermano Aiden era el único que quedaba para protegernos de las Kisas. La cosa pintaba muy mal.

De repente la reina de los cambiantes se paró en seco y maldijo, tardé solo un segundo más darme cuenta del porqué.

Había dos originales a unos metros de mi y detrás de ellos otra multitud de Kisas hambrientas. Fuimos rodeados.

La zona de las catacumbas era amplia. Había sarcófagos a nuestro alrededor con las estatuas de aquellos monarcas que habían fallecido y tres pequeñas corrientes de agua que formaban una decoración espléndida entre los corredores. Era como un enorme laberinto y las Kisas nos habían detenido justo en el centro donde se encontraba una especie de glorieta para cambiar de dirección entre los pasillos. Maldije en silencio y uno de los originales sonrió con suficiencia siendo conciente de lo que yo: ya estábamos acabados.

Aiden se puso justo entre nosotros y los originales enseñando sus colmillos sin ningún rastro de miedo. El cabello rubio platino de mi hermano estaba parcialmente cubierto de rojo por la sangre de las Kisas y sus ojos brillaban más en dorado que su azul cielo habitual. Esa era justo la tonalidad que tomaban cuando estaba a punto de desatar su poder.

Bajé a la princesa Luci y la reuní en el centro junto con el resto de los niños. Respiré hondo y provoqué una pequeña protección a su alrededor con viento a toda velocidad girando en torno a ellos, asegurándome de mantener el oxígeno suficiente para que se sintieran adormilados pero no les afectara a futuro... Al menos hasta que me debilite o muera. Cualquier Kisa u original que intentara acercarse sería cortado por el aire que giraba a gran velocidad a su alrededor.

Saqué mis dos espadas cortas y miré fijamente a los originales. Idara llevaba una espada negra con tonalidades rojizas que llevaba la inscripción de los cazadores de vampiros, la enfrentó hacia otro de los extremos dónde algunas Kisas pretendían acercarse. Idara había salido apenas recientemente del embarazo y a pesar de que había llevado entrenamiento en el pasado, siendo realista... No parecía que resistiría mucho a las Kisas y mucho menos un original. Y Mavis... La reina de los metamorfos era un ciervo en su forma animal y no parecía llevar armas en su traje de combate negro que cubría con una pequeña capa negra. Así que las probabilidades no parecían ir a nuestro favor.

- Este sería un perfecto momento para que llegara el apoyo.- Murmuró Aiden.- ¿Alguien aquí que no esté peleada con su marido?

Mavis sonrió sin contestarle, ya que, era la única sin problemas matrimoniales. Idara y yo compartimos una pequeña mirada de entendimiento. De todas maneras estos malditos originales nos matarían antes de que llegara cualquier ayuda. Apreciábamos la pequeña broma de Aiden... sería la última.

Los originales nos dieron una lenta y deliberada sonrisa, uno de ellos era pelirrojo con un cuerpo enorme lleno de músculos y pintura negra que recubría su rostro y sus brazos, sus manos se extendían en garras y sus dientes eran semejantes a los de algún tiburón. El segundo de ellos tenía el cabello oscuro y la cara cubierta de sangre salpicada de algún aliado desafortunado, le faltaba un ojo pero no por ello lo consideré débil... Algo me decía que era incluso más peligroso que el primero, tal vez tenía que ver con qué llevaba el pecho descubierto y una cadena con pequeños huesos en su cuello. Me estremecí justo cuando él 'sin ojo' ordenó a las Kisas el ataque. Todo pareció ir muy rápido.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora