Capítulo 15

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IDARA

Sebastián no me buscó por los siguientes días y yo me adapté a la vida simple de una empleada doméstica, bueno, no era tan simple, pero siempre y cuando evitara a Johan que solo se aparecía de vez en cuando para tomar mi sangre y atormentarme un rato, para luego irse, no se volvía tan insoportable.

Con Kelian las cosas eran más delicadas, ya que, siempre que él estaba cerca me ponía tan nerviosa que temía llamar la atención y atraer su sadismo a mi dirección, la buena noticia es que siempre estaba encerrado en su laboratorio personal y el número de veces en el día que lo veía eran muy pocas, si no es que ninguna.

Ahora estaba descansando en mi habitación después de una agotadora noche, el amanecer estaba cerca lo que significaba que la casa estaría pronto con sus habitantes durmiendo, miré con amargura las cadenas en mi tobillo, igual no podía ni planeaba escapar.

Había decido quedarme y hacer que los hermanos estuvieran bajo mis pies, planeaba seguir el consejo de la reina e identificar el lugar que podía traspasar para convertirlos en mis esclavos, pero para acercarme lo suficiente necesitaría tiempo y si fallaba seguramente terminaría muerta.

Necesitaba su confianza.

Pero, ¿Cómo una esclava podía tener su confianza?

Maldecirlos no funcionaba, ni insultarlos o permanecer sumisa, solo podía usar la inteligencia y apelar a sus emociones, las cuales, seguramente no tenían.

Miré fijamente el vaso de agua medio lleno frente a mi, ¿Por donde empezar? Poco a poco tenía que convertirme en una constante para ellos, en alguien que no podrían fácilmente reemplazar, que los detenga a asesinarme o torturarme, pero, ¿Cómo?

- ¿En qué piensas, amor?.- La susurrante voz de Sebastián me acarició la parte trasera de mi pabellón auricular, causándome un estremecimiento, sus manos sobre mis hombros se sintieron extrañamente cálidas.

Inicialmente había pensado que Johan era el vampiro que mejor podría controlar, pero eso había sido antes de descubrir la debilidad de Sebastián, la manera en la que podría comenzar a meterme en su cabeza e incluso si tuviera que sacrificar mi cuerpo. Con tal de conseguir mi venganza, no sonaba tan drástico, la mayoría de la chicas de mi edad la perdían en medio de una borrachera, drogadas contra alguna sucia pared, si yo lo hacía con un vampiro por venganza, no sería tan malo.

Sebastián movió sus manos de mis hombros y le dio vuelta a mi silla para enfrentarlo, me miró directamente a los ojos, me enfrenté a él sin bajar la mirada, se acercó y conectó sus labios con los míos.

Era agradable, no me causaba la emoción que siempre leía en algún libro, era más bien a como cuando alguno de mis ex novios me besaba, era agradable. Dejé que me besara, esta vez sin resistirme e incluso moví mis labios en sincronía con los suyos, lo cual le sorprendió tanto que por un momento sentí que se tensó, pero enseguida se relajó y profundizó el beso, llevé mis manos hacia sus brazos que se encontraban a mi lado, a cada lado de la silla y me dejé llevar, Sebastián se separó momentos después y me miró con algo cercano a la confusión en sus ojos.

- ¿Por qué me correspondes?.- Preguntó.

- Si tú puedes vender tu cuerpo a cambio de unos cuantos beneficios, no le veo la razón a no ser lo mismo.- Me limpié los labios.- Después de todo, no está tan mal.

Sebastián entornó sus ojos en mi dirección.

- Eres una chica muy interesante.- Me robó un rápido beso y luego se agachó, recorrió mis piernas con la punta de sus dedos hasta llegar a las cadenas, se detuvo en la cerradura por un momento y entonces sacó una llave que llevaba colgada en su cuello y me liberó.

Alcé una ceja, inquisitiva cuando el volvió su atención a mi.

- Vamos, acompáñame a un lugar.- Me extendió la mano y la tomé después de una leve vacilación. Sebastián me condujo fuera de la habitación a través de los pasillos de la mansión hasta que llegamos a una puerta de madera oscura, el hermano Dragomir la abrió y me llevó dentro.

En cuanto cerró la puerta me di cuenta de que me había llevado a su habitación, su característico olor a limpio y menta llenaron mis fosas nasales. Su habitación era masculina, con muebles oscuros, poca iluminación pero la suficiente como para que la habitación no pareciera tan densa, sus cambios de ropa de cama eran azul rey y las cortinas también, había pocas cosas por encima de los muebles, me llamó la atención una foto donde estaban los tres hermanos de niños, lo noté de inmediato por el característico color de ojos y cabello de los niños, que estaban a lado de una hermosa mujer que parecía sufrir mucho.

Recorrí con cautela la habitación, observando y detallando en mi mente cada parte y objeto de mi entorno, antes de darme la vuelta y enfrentarme a Sebastián.

- ¿Por qué me trajiste aquí?.- Sabía que mi pregunta había sido brusca, pero no podía evitar estar algo nerviosa.

- Mi habitación está insonorizada.- Contestó.

¿ Y eso que se supone que significaba?, ¿Qué sería mejor asesinarme sin que sus hermanos escuchen mis gritos?

- Oh.- No sabía que más podía decir, ¿Qué bien?, ¿Me alegra saberlo?

- Quiero proponerte un trato.- Se acercó a mí, acorralandome contra una pared, justo a lado de un espejo de tamaño completo, puso sus manos una a cada lado de mi rostro, dejándome sin más opción que verlo directamente a la cara.

Trato... Más bien me parecía que estaba a punto de ordenarme algo, ya que, como esclava, no podría negarme incluso si me pidiera que me suicidara.

Permanecí en silencio, esperando que continuara.

- Quiero que pretendas ser mi novia.- Levanté una ceja.- Básicamente quiero que duermas conmigo, que pretendas que estás loca por mí y por supuesto, quiero tu sangre, única y exclusivamente para mí y a cambio te daré protección de mis hermanos.

- ¿Y para que necesitas tener una esclava personal que actúe como tu novia?.- La pregunta salió de mis labios antes de replantearmela, Sebastián puso mala cara y mejor cambié mis palabras.- Tienes razón, no tengo derecho a hacer preguntas, entonces, ¿Cuales son las condiciones?

- Las que mencioné, finge ante mis hermanos que eres solo mía.

- ¿Por cuánto tiempo?.- supuse que esa era la pregunta clave, ya que lo ví sonreír ligeramente.

- Tiempo indefinido.

Eso no era un trato, era explotación y él lo sabía, casi puse dramáticamente los ojos en blanco. Para él era igual si el trato se extendía hasta dentro de una horas como por unos cuantos cientos de años, no tenía idea de sus motivos o si simplemente estaba jugando conmigo, pero era conciente de que esta era la oportunidad que necesitaba para comenzar mi plan de venganza.

Asentí.

- Está bien.- mis palabras le provocaron un extraño brillo en la mirada que no supe interpretar, me jaló, pegando su cuerpo al mío.

- Entonces, empecemos.- bajó su cabeza, dejándola peligrosamente cerca de la mía.

- ¿Empezar qué?.- Inquirí, sintiéndome levemente mareada.

- El pacto de sangre.- Sus palabras me provocaron un violento estremecimiento.

¿El qué?

No sabía exactamente a qué se refería, pero sentí que había caído en alguna especie de trampa. Incluso si me resistía, ya había dado mi consentimiento y a él nada le detenía a obligarme.

Había tomado un camino que ya no tenía vuelta atrás, solo podía seguir adelante, pero de alguna manera, una parte de mi, sabía que esto acababa de cambiar algo que jamás volvería a ser igual.

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Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora