Capítulo 34

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VALYRIA 

Abrir los ojos por un insoportable dolor de cabeza no era la manera predilecta de despertar que tenía en mente. 

Sentí una bola de pelos en mi brazo.

Levanté mi cabeza para asomarme y efectivamente me encontré con un cachorro parecido a un husky posarse sobre mi brazo derecho. Sus ojos azul cielo me observaban con curiosidad. Sonreí con extrañeza. ¿Qué hacía un perro arriba de mi?

- ¡SIL!, ¡SIL!.- Escuché gritos cercanos a la habitación en la que había despertado y el cachorro al escucharlos, bajó sus orejas y se escondió aún más entre las sábanas que me cubrían.

Inmediatamente supuse que ese era el nombre del cachorro.

- ¿Qué hiciste?.- Le acaricié la cabeza.- No creo que haya sido tan malo, seguro no te van a castigar.- Trate de consolarlo y el pequeño y esponjoso cachorro de pelaje grisáceo movió ligeramente su cola como si tratara de contradecirme. Abrí la boca para seguir hablando con el perro cuando la puerta se abrió y apareció una hermosa mujer usando una falda larga roja y una blusa floreada blanca de estilo mexicano. Ella tenía los labios pintados de rojo intenso y su piel era blanca pero al mismo tiempo bronceada por el sol. Su cabello completamente negro, sus ojos grandes y pestañas largas me dejaron impresionada por unos momentos con lo bonita que era. 

Sus ojos se dirigieron de inmediato al cachorro con los brazos en la cintura y expresión de molestia. Se acercó agarrándolo y poniendo su pequeño hocico cerca de su rostro.

- Ve con tu alfa para que te de un apropiado castigo.- El cachorro emitió un triste quejido.- Ahora.- La mujer se mantuvo firme y saco al cachorro con la cola entre sus patas fuera de la habitación. 

Inmediatamente supuse que el cachorro sería la mascota de ella y traté de romper el súbito silencio con un alago que rompiera un poco el hielo.

- ¿Es tu perro? Es realmente bonito.- Le sonreí.

La mujer primero me miró con extrañeza y luego contestó.

- Es mi hijo.

Abrí la boca sorprendida.

Inmediatamente me di una cachetada mental. Cierto, metaformos...

- Lo siento.- Murmuré. Realmente no sabia que más decir. Me sentía en uno de esos momentos incómodos en los que vez a un bebe y dices ¡Que bonito niño! Para que termine siendo niña.

- No te preocupes, sucede más de lo que parece.- Extendió su mano para ayudarme a sentarme en la cama.- Déjame presentarme. Soy Mavis De Rodriguez, la esposa de Dereck. Escuché que tuvieron un altercado al llegar. Mis sinceras disculpas. Últimamente nuestras tierras están siendo rodeadas por las Kisas, tanto entrar como salir es un boleto casi seguro a la muerte.

Asentí en silencio dándome cuenta de que la situación era mucho más crítica de lo que pensábamos.

- Bueno.- Mavis se alisó la falda.- Toma un baño y sal cuando estés lista, tenemos una conversación muy importante y necesitamos que todos estén presentes.- La alfa de los metaformos me regaló una ligera sonrisa y se marchó cerrando la puerta detrás de si. 

Suspiré quitándome las sábanas de encima. Ahora tenía que enfrentar el mundo real de nuevo.

***

Cuando llegué escoltada por uno de los guardias a un gran salón de conferencias, ya estaban todos reunidos. Sentí de inmediato todos los ojos sobre mi y traté de no sentirme nerviosa por ese hecho. Me senté en la única silla libre, que, por supuesto, tenía que ser a lado de Maxell. Me negué a mirarlo, completamente molesta por la manera en que casi me había muerto frente a sus ojos y como él solo había observado. El dolor de las heridas mantenían vivo mi rencor creciente.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora