Capítulo 19

274 34 2
                                    

IDARA

Ya no tenía habitación.

Creo que antes era una esclava independiente, porque a pesar de ser intimidada por los hermanos Dragomir tenía mi propia cama y mi espacio personal para maldecirlos agusto entre privadas cuatro paredes.

Ahora no era una esclava independiente.

Dormía con Sebastián, le cocinaba, lavaba su ropa, sus platos, limpiaba su habitación y le hacía compañía durante el tiempo que el permaneciera en la habitación y cuando salía me dejaba como un perro que espera pacientemente a su dueño.

Me parecía sorprendente que todavía fuera capaz de caer más y más bajo.

Al menos Johan ya no me molestaba y por otro lado, Kelian... Era complicado.

El primogénito de la familia Dragomir solo estaba ahí, pero no habíamos cruzado palabra.

Sebastián me sobresaltó abriendo violentamente la puerta, lo vi con seriedad e intriga al verlo sonreírme abiertamente.

Si era sincera conmigo misma, en estos últimos tiempos que había pasado con él, me sentía cada vez más cómoda y menos aterrorizada. Claro que tenía sus ataques sádicos y tomaba mi sangre sin consideraciones, también de vez en cuando me forzaba a recibir sus besos, pero no intentaba nada más e incluso a veces bromeaba y tenía cierto aire risueño.

Tal vez simplemente me estaba volviendo loca y veía amabilidad dónde obviamente no había.

No lo sabía y poco a poco estaba bajando la guardia.

- Adivina, adivina, amor, ¿Qué te traje?.- escondió algo detrás de él, parecía ropa cuidadosamente envuelta en un protector negro.

Sonreí dulce y amablemente e hice un gesto curioso hacia lo que escondía detrás, aunque realmente quería poner los ojos en blanco y atacar verbalmente, pero habría problemas y lo haría enojar, así que decidí adoptar mi falsa imagen de esclava sumisa con un carácter gentil e indefenso.

Descubrí que esa era la manera en que podía lidiar con Sebastián y Johan Dragomir, incluso con Kelian en algunos y escasos momentos.

Si los hermanos me ven indefensa y con una actitud complaciente que además alagaba y acrecentaba su ego de machos vampiricos, entonces no me tratarían tan mal. También me di cuenta de que su madre o su padre, ninguno estaba en ningún cuadro o se tocaba el tema y cuando alguno de los hermanos lo mencionaba, inmediatamente la atmósfera se enfriaba y el que siempre se veia más irritado, siempre era Kelian.

Entonces mi personalidad había tenido que ser sujetada fuertemente dentro de mi por y para mí sobrevivencia.

Yo que siempre era segura de mi misma.

Levantaba la voz.

Mi opinión era escuchada y valorada, incluso por los más experimentados cazadores.

La niña de papi que puede hacer lo que se le plazca porque el me perdonaba.

Una niña mimada y muy querida por mi padre y mi hermano.

Llena de pretendientes que querían ser mis novios o incluso pedir mi mano en matrimonio.

Y ahora lo había perdido todo. ¿En qué me había convertido?

Temblaba ante el sonido de las cadenas.

Mi voz siempre era baja, delicada y dulce.

Mi cabeza siempre miraba hacia el suelo, sin querer verlos a los ojos y encontrarme con su hambre o sadismo.

Alagaba y cantaba alabanzas a los vampiros para suavizarlos, les servía y era absurdamente complaciente con todo lo que pedían.

Permitía que tomaran mi sangre y tocaran mi cuerpo.

Ya no sabía quién era o cómo podría recuperarme a mi misma si salía de este lugar.

Era solo una cáscara vacía. Una muñeca rota.

- No lo sé, pero apuesto que es algo increíble, después de todo, lo elegiste tú.- Mis mejillas se sintieron algo calientes, seguramente el pensaría que me sentía nerviosa ante él, en realidad era vergüenza de mi misma.

Sebastián sonrió y me lo mostró.

- Es algo que compré específicamente para ti.- Abrió el protector y sacó un hermoso vestido color rosa pastel que llevaba un accesorio muy interesante: una máscara del mismo color con pequeñas perlas sujetas, con una esquicita decoración, perlas que también se encontraban dispersas en el vestido que parecía hecho para una princesa.- El día de hoy, el palacio celebra una fiesta de alta gama, será de máscaras, para hacer mucho más interesante la velada.- me señaló con el vestido.- Y me vas a acompañar.

Miré con atención el vestido y retuve una expresión amarga de ser exteriorizada, quería negarme en rotundo, pero sabía que no podría.

- Estoy increíblemente feliz de que me quieras llevar contigo.- bajé la cabeza en sumisión, pero realmente estaba escondiendo el resentimiento en mis ojos.

Sebastián se acercó a mí y levantó con firmeza mi barbilla, entonces se acercó y besó mis labios con suavidad.

- Sabía que te gustaría. Te verás hermosa.- me abrazó, asentí con lentitud y mis ojos picaron con lágrimas no derramadas.

Si, era como una muñeca.

Cuando bajé horas después, ya dentro del vestido, con la máscara sobre mis ojos y los guantes largos, fui recibida por las mirada de lujuria de Johan y Sebastián, por otro lado, Kelian solo lanzó una breve mirada en mi dirección antes de dirigirse a la puerta y partir hacia la gala.

Dentro de la limosina, escuché que el primogénito de dirigió a Sebastián.

- Mantente alejado del centro y llévatela en cuanto empiece.

¿Empezar qué?

Miré a Sebastián que sonrió y se burló de su hermano.

- Lo sé, solo quiero un poco de diversión.

Johan se unió.

- Oh, por supuesto que tendremos mucha diversión está noche.- me miró.

Por alguna extraña razón, sentí peligro.

Algo estaban planeando los hermanos Dragomir.

Y me habían arrastrado junto a ellos.

Miré a los tres atractivos vampiros, uno pelirrojo, otro rubio y el otro de cabello oscuro, a simple vista no parecían estar relacionados, pero lo estaban, los tres estaban podridos hasta la médula.

------
¿Que les pareció?

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora