Capítulo 62

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VALYRIA

- No tienes escapatoria, mestiza.- La matrona del aquelarre me sonrió con unos labios pintados en morado, mostrándome sus dientes de manera siniestra. Usaba un vestido antiguo color negro, era el vestido que hubiera usado Chel al ascender como matrona. 

Bueno, entendía su referencia de que ella era y sería la única heredera de las brujas.

- ¿Sabes? Podríamos sentarnos y debatir esto como hermanas.- Pretendí ser Chel, aunque todavía no completaba la totalidad de sus recuerdos, tenía algunos cuantos a la mano que me permitían mantener una conversación convincente. No quería pelear, sobre todo teniendo a un Cedrick bastante inquieto entre mis brazos.- Sabes que a mamá le encantaba que peleáramos, no hay que darle esa satisfacción.

La matrona de las brujas solo se rio mirando fijamente el bulto entre mis brazos.

- ¿Lograste a dar a luz a ese bastardo? Escuché que era imposible, pero ya veo que para ti nada lo es.- Su mano comenzó a realizar un brillo verde. Apenas pude esquivarlo liberando una de mis manos del agarre que tenía en mi hijo para dirigirlo hacía un árbol que se derritió casi de inmediato. Gruñí hacía ella antes de liberar una bola de fuego en su dirección, la cual, esquivó con una risa siniestra. Maldita loca.

Ella siguió atacado obligándome a adoptar una posición meramente defensiva, no había manera de que explotara por completo mi potencial si tenía a Cedrick en mis brazos. La magia en combate consistía en usar y proyectar mi propia energía hacia defenderme o atacar a mi oponente, no podía usar fuego en realidad, no era un hada, pero era la apariencia que podía darle con mi poder. La energía de la matrona era negra, solo aquellas brujas que han matado a un determinado numero con su magia adoptaba ese color... Estaba maldita por su propio poder. Mi energía en los contraataques se proyectaba con el color rojo por la ira que sentía hacía su decisión de meterse con mi hijo.

Comenzando a fatigarme por los continuos ataques me concentré en mover un simple hechizo básico para movilizar la tierra bajo sus pies. Sonreí con satisfacción mientras era lentamente tragada por algún tipo de arena movediza que había proyectado como ataque. La matrona se enfureció y logró que su hundimiento se detuviera en sus tobillos y mando un hechizo contra un árbol detrás de mi, el cual se derrumbó en mi dirección, me moví lejos, pero ella ya se había preparado para eso y me mando una bola negra de poder que me golpeó en la pierna, caí de rodillas y de inmediato una de las ramas que se ennegrecía por la muerte que se hacía cargo de sus raíces me atrapó rodeando mis tobillos y mis brazos. Traté de aferrarme a Cedrick, pero de repente unos brazos aparecieron y me lo arrebataron, miré hacía arriba encontrándome con una joven que aparentaba unos quince años, una bruja usando un recatado vestido negro a las rodillas y unos zapatos tipo bailarina que se entrecruzaban en sus pantorrillas, su cabello negro era lacio y sus ojos de la misma tonalidad me vieron con algo de miedo. 

- ¡Si! ¡Gem! Mata a ese niño ya.- La matrona se rio en voz alta felicitando a la pequeña bruja.

- Por favor, no lo hagas.- Las lagrimas cayeron al suelo, traté de forcejear para liberarme y usar mi magia, pero las ramas del árbol solo me quemaban mientras más intentaba liberarme. - Te lo suplico, por favor. Es lo más preciado que tengo en el mundo. Por favor...- Mi voz temblaba, sabía que me veía patética pero me importaba mucho más mi propio hijo.

La niña, Gem, miró hacía abajo donde Cedrick la miraba con total inocencia con sus ojos rojos. La comisura de los labios de la bruja tembló antes de levantar su mano cargada con energía azul en dirección de mi hijo.

Desesperada, reuní toda la energía que tenía para liberarme y matarlas a las dos antes de que le hicieran daño. Comencé a quemar el árbol, sentí el crujido de mis huesos, aunque sabía que saldría muy mal herida por resistirme al hechizo restrictivo use cada parte de mi energía para liberarme. Pero al ver la energía de esa chica estar a punto de acabar con mi pequeño supe que no llegaría a tiempo, que lo vería morir frente mis ojos. Grité con desesperación.

Cautivas (La Guerra Eterna Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora