64. BIG FAT LIE

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64. BIG FAT LIE

Rick se apartó de la pared dejando frente a mí un enorme mural en el que aparecían fotos mías: era toda mi vida desde que había huido de casa. Entonces lo comprendí, él nunca me había dejado sola.

Di un par de pasos hacia la pared, me fijé en algunas de las fotos, mi padre había conseguido incluso alguna de mi boda con Preston. Al ver el rostro de éste, volví a abrumarme.

-No quiero que nadie entre aquí. Este despacho es solo mío -dije a Rick, quien no se apartó de mí ni un solo segundo mientras observaba las fotografías-

-Lo haré saber -contestó en voz baja. Ambos salimos de allí y cerré la puerta tras de mí- Glenn ha encontrado en el patio de atrás unas cuantas manzanas y en la casa de al lado hay algo que parecen naranjas... voy a prepararle un puré a Judith...

-A un par de calles hay un supermercado. Hoy descansaremos todos, pero mañana tendremos que organizarnos, yo puedo quedarme con los niños, no quiero que se queden solos...

-Ya hablas como una madre... -me interrumpió. Ese comentario me arrancó una sonrisa. Durante mi primer embarazo todos me hablaban de lo atemorizada que estaba, de lo que debía hacer, de cómo debía comportarme. Esta vez todo salía de mí, ya no era aquella joven asustada-

Mientras que todos se reunieron en el salón para cenar la bendita fruta que Glenn había conseguido, Daryl y yo en cambio, necesitamos más paz por lo que cenamos en mi habitación. Estábamos acostados en la cama, él acariciaba mi barriga lentamente provocándome algunas cosquillas que intentaba reprimir. Mi cabeza reposaba sobre su hombro, de vez en cuando levantaba la cabeza para mirarlo, parecía estar sumido en sus pensamientos.

¿Qué puede pasar ahora mismo por su cabeza?

Le había contado sobre el mural que mi padre había hecho con mi vida. Su único consejo fue que fuera crítica. Ni siquiera sabía a qué se refería, pero lo dejé pasar.

No sé en qué momento caí rendida, pero antes de que saliera el sol volvía a estar despierta. Me había acostumbrado a dormir pocas horas, o ninguna; recuperar una rutina de sueño iba a costar bastante. Me levanté con mucho cuidado de no despertar a Daryl, quien tan solo se removió un poco entre las sábanas cuando me levanté de la cama. Todos dormían, tan solo un par de personas debían de estar haciendo guardia en la puerta.

No dudé en ir al despacho, era el mejor momento para observar las fotografías y ver hasta dónde había llegado mi padre y su interés por mí. Estaba sorprendida con que mi padre se hubiera preocupado por mí. No era algo típico de él.

Me encontraba sentada en su escritorio, mirando todo lo que él había dejado encima. Recordé el día en el que él me encontró allí haciendo mis deberes de clase. En un principio se enfadó y mucho, pero después acabó ayudándome. Inmediatamente una sonrisa se mostró en mi rostro.

Recordé también que él había guardado uno de mis dibujos en un doble fondo del cajón de su escritorio. Abrí el cajón y busqué cómo conseguir ese dibujo, pero en su lugar, encontré una carta con una llave.

"Mi pequeña Leelee,

Solo tú puedes estar leyendo estas palabras, solo tú conocías nuestro escondite. Has vuelto a casa y yo no estoy, eso significa que el mundo ya no es lo bonito que era antes o que yo estoy muerto. Quizás ambas, no lo sé.

Desearía poder estar frente a ti para decirte estas palabras a la cara, para poder pedirte perdón por cada uno de mis errores, esos que solo pude remediar arruinándote a ti. Lo siento.

Nunca has dejado de estar en mi mente, cuando supe de tu desaparición me enfadé, lo hice y mucho. Ya sabes cómo soy. Después me di cuenta que la única culpa era mía, que yo lo había fastidiado todo. Yo había perdido a mi esposa y tú, a tu madre.

ZET (The Walking Dead Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora