23. BLACK

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23. BLACK

Una niña encerrada en una jaula. Me fijé bien, era una pequeña caminante. A su lado había unas tres o cuatro peceras iluminadas, llenas de agua con cabezas de niñas que seguían moviéndose. Sentí que se me paró el corazón cuando me percaté que una de esas cabezas era la de Sophia.

El corazón se me iba a salir del pecho, me costaba incluso respirar. El terrible olor de la habitación tampoco ayudaba. Miré a mí alrededor, necesitaba algo afilado con lo que pudiera atravesar la cabeza de Sophia. Encontré un hierro bastante fuerte y afilado, no dudé en cogerlo con mi mano derecha. Con la izquierda, lancé la pecera al suelo. El suelo se llenó de agua, y las cabezas salieron rodando. Una a una las atravesé, dejando a Sophia de última. Era demasiado difícil hacerlo.

Recordé el momento en el que ella vino a mí, en busca de ayuda porque habían atacado al campamento. Pude salvar su vida en ese momento y ahora sería yo quien acabaría con... No, ella había perdido su vida hacía ya mucho tiempo. Pensé en que solo ahora podría descansar de verdad.

Conté hasta tres y atravesé la cabeza.  Me sentía muy mal, pensaba en Carol. Quizás en ella aún había esperanza de encontrar a su niñita. Perder a un hijo no es nada sencillo.

-¿¡Qué has hecho!?  -exclamó una voz, me giré y tenía frente a mí al Gobernador- ¡Has matado a sus amigas!

No dudé en hacerlo, me acerqué a la jaula y apunté a la pequeña mordedora con el hierro. No sabía lo que estaba haciendo, pero no era justo por esa niña, fuera quien fuera.

-No, no lo hagas. –Pidió el gobernador- No le hagas daño… -lo miré confundida

-Ella ya no siente nada… -dije-

-No hagas daño a mi niña, por favor…

Lo pensé por un segundo y recordé cómo trataba él a los caminantes. Todos por igual. Atravesé la cabeza de la niña salpicando el suelo mojado con sangre de ésta.  La barilla cayó junto al cuerpo de ésta.

-¡No! –gritó el Gobernador. Acto seguido se abalanzó contra mí, comenzó a golpearme fuertemente. Intenté defenderme, pero él me ganaba en fuerza y tamaño. Tomé uno de los cristales que estaban por el suelo de la pecera rota, pero antes de que pudiera actuar todo se redujo a un vacío-

Sentí calor y me extrañó sabiendo la época del año en la que estaba. Pronto el otoño se haría presente, y con esto las lluvias y el frío. Quise quitarme el pelo de la cara, pero noté que mis manos estaban atadas, entonces fue cuando recordé todo. Abrí los ojos, pero fue inútil, no pude reconocer dónde estaba.

-¡Ayuda! –Grité, pero el eco me hizo darme cuenta que estaba completamente sola-

Estaba sentada en suelo, con las piernas y manos atadas. Hice un gran esfuerzo por llegar a mis piernas para desatarlas, pero era imposible. Sentía hambre y miedo en cantidades desmesuradas, no sabía ni qué hora era, ni cuánto tiempo había pasado. 

Estuve esperando horas y horas a que algo sucediera, pero nada. Seguía sola, sin oír absolutamente nada, sin un rayo de luz. Me pregunté si seguía en Woodbury, si Merle se preguntaba dónde estaba o quizás Sasha.

Comencé a moverme por la habitación, para ver qué me rodeaba. No había mucho, tan solo un par de palés de madera y un grifo pegado a la pared.  Me puse de espaldas a él, para intentar abrirlo, pero al mover la manilla, no salió ni una sola gota de agua. Quizás ese era el plan del Gobernador, dejarme morir de hambre y sed. Noté mi espalda algo húmeda, miré sobre mi hombro, y encontré que mis manos estaban llenas de sangre. Debía tener muchas heridas en la espalda. Afortunadamente ninguna me dolía.

ZET (The Walking Dead Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora