24. HOUSE OF RISING SUN

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24. HOUSE OF RISING SUN

A lo lejos vi un cartel que indicaba que estaba entrando a un pueblo. NO parecía ser un pueblo muy grande. Estaba caminando por lo que parecía ser la calle principal que estaba completamente desierta. Aquello era un pueblo fantasma, perfecto.

"Bienvenidos a Charming town" leí.

Caminé sigilosamente por aquella calle, hasta que llegué a lo que parecía el ayuntamiento. Era la casa más grande del pueblo. Tenía la fachada completamente en blanco, subí las escaleras, en la entrada había un par de caminantes con las cabezas destrozadas.

Entré a aquel lugar llena de curiosidad. Parecía estar tan cuidado, tan limpio… Tenía la idea de encontrar algún botiquín, algunas medicinas, algo con lo que me pudiera curar las heridas.

En uno de los despachos encontré algodón, alcohol, aguja e hilo. Al menos podría curarme las heridas que tenía a mi vista. También llamó mi atención que de las paredes colgaban los planos de lo que entendí era una cárcel.

Miré todos los rincones de aquel despacho sin encontrar nada más interesante. Me sentía una ratera rebuscando en la basura de los demás. Jamás me acostumbraría a esto.  

Salí del edificio, ya era completamente de noche. Miré al frente, y vi una casa con un solo dibujado en su fachada. Crucé la calle,  y entré a la casa. Primero me percaté que estuviera vacía. Me gustó ver que la cocina estaba llena de comida aún aprovechable. En el salón había armas y algo que me llamó mucho la atención: una catana. No sabía cómo utilizarla, pero el filo de su aguja  me pareció perfecto para acabar con las cabezas  de los putos mordedores. La descolgué de la pared y la puse junto a la ballesta.

Me senté en el sillón y abrí el bolso que me había preparado Merle. Tenía algo de ropa, Una pistola con unas cuantas balas, comida  y un pequeño sobre.  Tomé el sobre y lo abrí. Sonreí para mis adentros cuando vi su contenido: dinero. Pude contar y más o menos era la cifra que me había robado. Menudo cabrón.   

Tomé todas las cosas y subí. Una de las habitaciones era perfecta para hibernar, como yo lo llamaba. Permanecer encerrada unos días, como si no existiera en el mundo. Era la mejor manera para recaudar fuerzas y continuar huyendo. Tenía comida y medicinas, no necesitaba más.

Cerré la puerta de la habitación y puse un mueble delante, para evitar que la pudieran abrir.  Miré a cama, estaba perfectamente hecha, las sábanas parecían tan suaves, delicadas y limpias. Justo lo contrario a lo que era yo ahora.

Al acostarme noté que las heridas me hacían fricción con la ropa.  Me escocía mucho, pero el cansancio era mucho mayor.  Cerré los ojos y conseguí dormir, por no sé cuántas horas, pero cuando desperté me sentí mucho mejor.  Todo seguía tal y como lo había dejado, lo que me hizo estar en calma.

Suspiré y pensé en Daryl, en Glenn, Rick, Maggie, Lori, Carl… Necesitaba saber que estaban bien, que esos cadáveres quemados no eran ellos. Extrañaba a Daryl tanto que sentía miedo, había convertido en alguien dependiente a él, a su presencia y saber que existían posibilidades de encontrarle no ayudaba en lo absoluto.   

Después de despertar, estuve un rato más en la cama, pero después me decidí a levantarme. No tenía nada que hacer, tan solo pasaría mis días viviendo. Encontré un par de libros que quizás me ayudarían con el aburrimiento.

Los siguientes días tuve la rutina de despertar, leer, practicar algunos movimientos con la catana y comer. No hacía nada más que eso. Un par de hordas de caminantes pasaron por la calle principal, pero tan solo necesitaba quedarme quita en la habitación y no notarían mi presencia. Asomaba un ojo por la ventana, con miedo de ver alguna cara conocida entre los caminantes.

ZET (The Walking Dead Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora