52. GRIMES

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52. GRIMES

 Caminé por la carretera unos minutos, puede que quizás llegara a media hora, hasta que por fin, muy a lo lejos vi un coche e inmediatamente aceleré el paso, quizás era ese el de Keaton. Pensaba en lo que él llamaba “la sorpresa” y algo me decía que no era nada bueno, pero fuera lo que fuera, iba a descubrirlo muy pronto, tan solo unos metros más y llegaría hasta el coche.

Aceleré el paso. Estaba muy nerviosa, tenía miedo de encontrar algo que no me gustara dentro del coche. Me asomé en la ventanilla del conductor y me fijé en unas mantas que estaban en el asiento del copiloto. Los asientos de atrás tenían varios botes de comida y un par de garrafas de agua. Deseé que ese coche funcionara, sería el mejor medio de transporte, pues tenía incluso lo que necesitaba encontrar dentro. Quizás a eso se refería Keaton.

Decidí abrir el maletero, aún podía sorprenderme más ese vehículo. Tomé un fuerte respiro y abrí el maletero. No era capaz de tener un arma fuera, sujetar a la pequeña y abrir el maletero a la vez, así que me la estaba jugando. Pasara lo que pasara tenía que actuar rápidamente.

Miré qué había dentro del maletero, y no podía creerlo. Dentro estaba Carl, tenía las manos atadas y una mordaza en la boca. Sus ojos azules se abrieron a más no poder al verme, enseguida se aguaron. Como pude, con la mano libre, aflojé las ataduras del chico y lo ayudé a salir de ese maletero.

Me abrazó tan fuerte, que creí que me rompería algún hueso.

-¿Estás bien? –pregunté mirándolo de arriba abajo, inspeccionando que no tuviera si quiera un rasguño, o algo peor, una mordedura-

-Estoy bien, peor ¿Cómo…?

-Ni siquiera yo sé cómo os he encontrado pero… aquí estoy. Ya no estáis solos.

Ahí estaba yo, LeeAnna Bood, cumpliendo, casi sin preverlo, la promesa que había hecho a Lori de cuidar a sus hijos pasara lo que pasara.

Mientras Carl sujetaba a Judith, yo intentaba que el coche funcionara.

-Mi padre debe estar buscándonos, a Judith y a mi –me explicó- conseguimos reunirnos algunos al escapar de la prisión, pero uno de los hombres que atacó la prisión comenzó a dispararnos y… salí corriendo y no sé cómo he acabado aquí.

-Vamos a encontrar a tu padre, volveréis a estar juntos –prometí. Si duda, los astros debían de haberse alineado a mi favor, o quizás tenía la suerte de mi lado, fuera lo que fuera, todo me estaba saliendo bien. El motor del coche comenzó a rugir. Carl no lo pensó y se sentó en el asiento del copiloto.

Hacía mucho tiempo que no conducía un coche como ese, era viejo y ruidoso, pero al menos funcionaba. Tenía la mirada puesta en la carretera. ¿Hacia dónde se suponía que estaba conduciendo? ¿Qué lugar seguro podía encontrar yo para tener a estos dos niños a salvo? ¿Cómo iba a hacer para cuidarlos yo sola? Tan solo conducía los kilómetros que había recorrido huyendo de la prisión.

-Carl –lo llamé-

-Mi padre no se marcharía de allí sin nosotros, sé que aún debe estar cerca de la prisión

Fue mucho más fácil llegar a la prisión nuevamente que huir de ella. Kilómetros a lo lejos se veía una gran columna de humo negro que aún emergía de uno de los pabellones. No pudimos acercarnos mucho, pues un centenar de caminantes se reunían alrededor de las rejas de la cárcel.

-Tenemos que irnos de aquí… -dije cuando unos cuantos mordedores se percataron de nuestra presencia-

-LeeAnna… -suplicó el niño, pero no podía arriesgarnos tanto. Arranqué el motor y me adentré a una parte del bosque a través de un camino de tierra. No sabía muy bien qué estaba haciendo, pero me estaba dejando llevar por mi instinto-

ZET (The Walking Dead Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora