1. ADRENALINA

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1. ADRENALINA

Correr, correr y correr. Era lo que había hecho en las últimas horas. La adrenalina me mantenía en alerta y con fuerzas suficientes para correr. A mi paso iba matando ciertos caminantes que me impedían alcanzar mi objetivo. Miré por encima de mi hombro. Tenía a uno de esos monstruos casi encima de mí. Tan solo me detuve un segundo para matar a ese cabrón. Antes de que cayera desplomado yo ya había continuado con mi recorrido.

Me detuve frente aquel enorme tanque del ejército, era ideal para salir de la ciudad. Lo rodeé para buscar las escaleras de entrada, pero en el momento en el que me disponía a subirlas un señor apareció de la nada queriendo subir también. No parecía estar infectado, a pesar de no tener muy buen aspecto, pero sus ojos, el brillo de sus ojos lo decía todo. Estaba vivo. 

-¡Suba! –Grité cuando yo estaba entrando al enorme tanque- unos segundos más tarde él estaba dentro conmigo. Una vez dentro nos quedamos los dos en silencio, mirándonos fijamente, sin saber qué decir. Sabíamos que estábamos rodeados de caminantes, pero estábamos a salvo. Curiosamente, encerrados pero a salvo.

-Mi nombre es Rick, Rick Grimes –dijo finalmente-  

-Dakota -dije. Sentía miedo de decir mi verdadero nombre, de identificarme, así que a cada persona que encontraba le decía un nombre distinto. No podía fiarme de nadie, ni vivos ni muertos- ¿Crees que esto funciona?

-Es nuestra única opción para salir de ésta –sentenció- Creo que sabré ponerlo en marcha, pero…

-¿Pero…? –dije pidiendo que continuara. Sí él estaba dentro, era gracias a mí. 

-He dejado a amigos detrás, tenemos que ir a por ellos, no puedo abandonarles –Por la forma en la que hablaba, estaba segura que me había topado con el líder de la manada-

-Tan solo no hagas que nos maten a los dos –rogué- Necesito salir de esta puta ciudad con vida…

Y en menos de lo que canta un gallo Rick Grimes había puesto en funcionamiento aquella máquina de acero. Íbamos en dirección contraria a la que yo quería, pero algo me decía que debía seguir con Rick.

Sentía ciertas turbulencias, pues con aquél monstruo de acero atropellábamos a decenas de caminantes. Miraba a Rick fijamente, se veía tan decidido en cada una de las decisiones que tomaba.

-Tienes que reemplazarme, tan solo mantenlo como está ahora –me ordenó- al final de la avenida están ellos. ¿Cómo se abre esta maldita…? –ni siquiera estaba haciéndole caso. Tan solo me fijaba en cada uno  de los caminantes  que aplastábamos temiendo ver alguna cara conocida.- ¡Eh! ¡Aquí! –gritaba Rick. Si seguía así, conseguiría que nos convirtiéramos en el aperitivo de alguien, o más bien, de algo- ¡Venid aquí!

Por un momento estuve sola en el tanque, puesto que Rick había salido en ayuda de sus amigos. Me sentía como una idiota allí dentro, sin hacer nada, sin nadie a quien salvar. No lo pensé dos veces, me levanté de la silla del copiloto y salí del tanque. En una mano empuñaba un enorme cuchillo y en la otra un hacha. Aquél hacha se había convertido en mi mejor aliado en aquella continua batalla. Comencé a liberar el camino de aquellas personas hasta el tanque clavando el hacha y el cuchillo en cuanta cabeza de caminante tenía delante. De nuevo, la adrenalina se apoderaba de mi cuerpo.       

Fui la primera en entrar al tanque de nuevo, después de mí lo hizo un chico de rasgos asiáticos y después otro de piel oscura, finalmente entró Rick.

-¿Estáis bien? –preguntó Rick. Los dos estaban muy cansados y debilitados tras aquello, a saber lo que habían vivido antes-

-Sí –contestó el asiático, pero se llevó la mano a un costado. En seguida me fijé que estaba sangrando-

ZET (The Walking Dead Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora