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66. "Adiós, Santiago".

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66. "Adiós, Santiago".

Capítulo sesenta y seis.

Lea Díaz.

—Señor fiscal, dígame de qué se trata— he escuchado tanto "Señor juez" que ahora digo "señor fiscal".

Bueno... de aquí a un manicomio.

—Estos días he estado tratando de comunicarme con usted, pero no pude y el juicio no era el lugar para yo hablar de esto con usted, por eso le pedí que venga a la fiscalía.

—Estos días no me he sentido bien, Fernando está en intensivo, mi hijo no está bien, y me la he pasado casi sola porque Luz ha estado muy ocupada ayudándome y también estaba preparándose para el juicio.

—Lo sé, es difícil, espero que aquel hombre terco al que le dije que no fuese y dijo tan fácilmente que sí, aunque en realidad se infiltró con uno de nuestros uniformes, se mejore.

—¿Tendrá cargos por eso?.

—Mmm... ya cuando esté bien, sabremos qué hacer.

—Bueno...— suspiro. —Dígame para qué se quería contactar conmigo con tanta urgencia.

—Es que mañana es el juicio de Santiago, él no tiene pruebas pero asegura que es un violador, dice que si hablo con usted va a tener pruebas y testigo para su juicio de mañana, y... terminé aceptando comunicarme con usted.

—¿Y dónde está él?— le pregunto.

—Él está en la celda de hombres, yo sé las cosas horribles que pasan aquí, así que dividí las celdas por sexo, y... creo que está bien, solo está con hombres, aunque no es como si una mujer le hiciera mucho daño a ese gigantón, aunque hay mujeres grandes también, mujeres más fuertes que muchos cobardes, como mi Gisselle— suspira.

—¿Eh?— preguntó confundida.

—No, nada.

—¿Me puede llevar a la celda de Santiago? Por favor.

—Si, si, claro— se levanta de su sillón y yo lo imito, después me abre la puerta y ambos salimos de su oficina.

El mal olor es lo primero que me da una cachetada cuando me acerco a aquellas celdas no condicionadas para que un ser humano dure más de treinta minutos allí.