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70. La boda

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70. La boda.

Capítulo setenta.

Lea Díaz.

Tres meses después.

Todo está a la perfección.

La decoración, mi vestido, los invitados, Fernando en el altar, las damas de honor, los niños que entregarán los anillos, y también los niños que sostienen la cola de mi vestido, Juliano caminando a mi lado en el altar, listo para entregarme a Fernando... todo es perfecto, mientras lo miro a los ojos y camino hacia el altar para unirme a él.

Y aunque esté caminando sola, sé que mis padres están aquí, juntos conmigo en este día tan especial.

Veo a las primas de Fernando sonreírme, mientras miro a sus primos mirándome aterrados, como si estuviesen a punto de perder la vida, mientras Luz solo llora de emoción y abraza a Estiben.

Llego frente a Fernando y éste solo se queda ensimismado viéndome con una sonrisa.

—Para que veas el bombón que te vas a cargar como esposa— digo con un tono de voz presumido.

—Eso lo más que sé— dice, mientras aún se queda embobado viéndome.

—Bien, señoras y señores, damos inicio a la ceremonia de boda de nuestros queridos hermanos Fernando Hearts y Lea Smith Díaz, para unirlos en sagrado matrimonio hasta que la muerte los separe.

Todos se sientan, y Fernando y yo nos arrodillamos para escuchar la ceremonia.

***

—Fernando Hearts, ¿Acepta usted a Lea Smith Díaz como su legítima esposa, para estar juntos en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?— le preguntó el padre a Fernando, quien solo me mira con una gran sonrisa plasmada en su rostro y con la mejor mirada de amor que me han dedicado.

—¿Y esa pregunta, padre? Dígame usted si estaría aquí a la fuerza y no porque me quería casar con mi— le dedico una mirada fría y éste se calla. —Acepto.

—Lea Smith Díaz, ¿Acepta a usted a Fernando Hearts como su legítimo esposo, y estar juntos en la pobreza y en la riqueza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?— me pregunta.

—Acepto— le dedico una sonrisa a Fernando, quien se ve más feliz que un niño cuando le dejan comer dulce en la noche.

—Si alguien se opone ante esta unión, que hable ahora o calle para siempre— Fernando voltea a ver con una mirada helada a Estiben, quien solo está abrazando a Luz.