🍓❝𝐄𝐦𝐛𝐚𝐫𝐚𝐳𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐉𝐞𝐟𝐞 ❞🍓✓

41. Traicionada

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41. Traicionada

Capítulo cuarenta y uno

Lea Díaz

—Lea— me saluda al llegar a mi lado.

—Hola, Richard— le doy un beso en la mejilla.

—¿Cómo estás?— me pregunta.

—Bien, ¿Y tú? ¿Cómo estás?.

—Bien, tan bien como para invitarte a comer, ¿Qué dices?.

—Ehhh... yo— soy interrumpida por Santiago, el cual está detrás de mí.

—Señorita Díaz, a mi oficina, ahora— exclama con un tono de voz pedante.

—Si, señor— digo sin voltear a verlo. —Discúlpame, Richard, no puedo.

—Está bien, pero algún día tendrás que comer conmigo, eh— sonrío a medias.

—Si, yo— soy interrumpida por Santiago.

—¡Vámonos a mi oficina, Lea!— grita enojado.

—Ehhh... Lea— Richard me mira confundido y preocupado.

—Richard, hablamos después— me despido. —Todo está bien— le susurro antes de irme con Santiago, y entrar al ascensor.

—¿Santiago, qué te pasa?— le pregunto enojada.

—¡Nada! ¡Ya te dije que nada!.

—No me grites, respétame— las puertas del ascensor se abren.

Santiago me mira enojado, y me agarra bruscamente el brazo, mientras me lleva a su oficina. —¿Quieres que te respete ?, ¡Perfecto!, te voy a respetar, pero primero te diré tus par de verdades— me suelto de su agarre.

—Santiago, yo no sé qué diablos te pasa, pero no te desquistes conmigo.

—¿Que no me desquite contigo? ¡¿Por qué no puedo desquitarme contigo, si tú eres la culpable de que esté así?!— sus ojos me miran de una manera helada, mientras las llamas de la furia se reflejan en sus pupilas.

—¿De qué hablas?— le pregunto totalmente confundida.

—De que eres una puta, de eso hablo— lágrimas empiezan a acumularse en mis ojos.

—No me digas así, Santiago— digo al borde de las lágrimas.

—¿Qué no te digo? ¿Perra? Eso eres, Lea, ¡Eres una perra!— empieza a acercarse a mí.

—¡Yo no soy ninguna perra!— grito enojada, mientras lágrimas brotan de mis ojos sin control alguno.

—Si, si lo eres— bruscamente toma mi cara entre sus manos, mientras yo trato de soltarme de su agarre, pero este no cede. —Mientras estás conmigo, engañas a tu profesor, a Richard, y sabrá Dios a cuántos más.