Cap. 4 - ¡Desaparece!

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Aquello debía de ser una broma de mal gusto preparada por un ente superior de lo más perverso.

Al principio no había tenido ganas de ir al baile. Luego Susan la convenció de que no debía faltar, y menos sola, a la fiesta. Y ahora le decían que estaba condenada a pasar tres días completos, mañana, tarde y noche, con su hermana de ocho años. Si no fuera porque no creía en esas cosas como Carol pensaría que se trataba de una jugarreta del destino o algo así.

Pero por mucho que le fastidiara el nuevo plan para el fin de semana, Susan y Rachel aparentaron estar diez veces más enfadadas que ella. Solo a ruego de Eva se contuvieron para no presentarse las dos en su casa e intentar cambiar la decisión de sus padres.

-¿Y estás segura de no poder llevártela al Easton? –le sugirió por lo bajo mientras tomaban un refresco en el parque con Rachel, apoyadas en un árbol cercano al estanque –Entre todas podríamos echarle un ojo. Y si otros aparecen con sus familias, podría jugar con otros niños de su edad.

-Es Zowie -dijo Eva tajantemente -Sabe al dedillo todo lo que debo y no debo hacer. Más que confiármela, juraría que la dejan atrás para vigilarme a mí.

-Si me dejas a solas con ella media hora puedo persuadirla –bromeó Rachel dándole otro sorbo a su lata.

-No, ya lo tengo asumido... -suspiró resignada -Lo del baile es una causa perdida. Además, no tengo acompañante. Esos detalles se preparan con tiempo.

-Si, es verdad -le dio la razón Rachel que se había pasado dos semanas pensando qué decirle a Nick antes de que él mismo la abordara y se lo pidiera.

-En fin... ¿Y tu pareja, Susan? No me has hablado de él todavía ¿Lo conocemos? –le preguntó Eva, queriendo zanjar el tema.

-No. Es un vecino de allá abajo –señaló con un gesto de la cabeza una calle contraria a Elstree -No es del colegio. Asiste conmigo y con Brian a clases de kendo.

-¿Y es tan bueno un karateka bailando como dando patadas al aire? –interrogó Rachel, curiosa.

-Es lo que pienso averiguar... –contestó, muy pícara.

-Ya me contaréis como os ha ido, ¿vale chicas? –les dijo arrojando su lata vacía a un contenedor del camino y alejándose lentamente.

-¿Adónde vas? –le preguntaron las dos a la vez.

-Aún tengo que despejar el desván de trastos. ¿Venís?

-Ahora no. Íbamos a casa de Nick, por si salíamos en grupo algunos para el baile –se excusaron –Si quieres, nos pasaremos antes por tu casa.

-Mejor que no –dijo desolada –Zowie no nos dejaría en paz. Quedamos el lunes por la mañana, ¿de acuerdo?

-Como quieras –contestó Susan despidiéndose -Adiós.

-¡Las hermanas pequeñas son un marrón! -la despidió Rachel agitando la mano con el refresco.

-Y que lo digas –se despidió Eva ya en camino, yendo en dirección al puente que salvaba el estanque del parque y daba al sendero de gravilla que serpenteaba hasta salir a la acera pavimentada de su calle.

En realidad lo de terminar de ordenar su desván había sido solo una excusa. Eran sus amigas y podía contarles sus pequeñas desgracias... pero prefería no ver cómo la compadecían en silencio.

En casa había puesto el grito en el cielo la noche anterior, pero nada cambiaría lo decidido. El viaje a Nueva York de sus padres no se pospondría.

El Laberinto 1 - AdvenimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora