Cap. 21 - Nunca te rindas

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El mundo era caos.

Una mezcla confusa de luces y sombras, sin forma ni sentido a su alrededor. Los sonidos, buenos o malos, carecían de significado, al igual que el olor a sangre que ascendía de sus manos. Fue como si una mortaja de desorden y confusión hubiera descendido al mundo y su eje más oscuro pendiera sobre ella.

Lo único nítido era aquel rostro. Un rostro tranquilo, despojado de vida. Un rostro que no volvería a hablar, llorar ni reír. No hablaría ni discutiría más con él... porque jamás volvería a oír su voz.

Se sintió como una hoja zarandeada por un huracán. Todo se le antojaba irreal, ilusorio... un mal sueño del que no podría despertar jamás. Aquello fue mil veces peor que el rapto de Zowie. Porque la muerte no concedía la más remota promesa, la más humilde esperanza de reencuentro.


La lucha que se había gestado en el claro estaba llegando a su clímax. Nick hizo acopio de fuerzas uniéndose en última hora a Jason y Caleb cuando el segundo Keiser volvió a dar la cara. Hitlem le seguía propinando calambrazos en las manos, pero lo resistió cuanto le fue posible. Möll había querido aportar algo, pero al cercenar los Keiser sus pinchos como si fueran hojas de papel y ver que la tierra se derrumbaba juzgó más prudente la retirada. Brian y Carol se quedaron en segundo plano, expectantes, mientras Rachel se recuperaba y volvía atacar con Urick. Desde dónde estaban daba la sensación de que Caleb y los chicos hacían un buen papel. Pero Urick sabía que estaban retrasando lo inevitable. Seguramente los Keiser apenas habrían gastado la mitad de sus fuerzas. Solo debían esperar un poco más y todos los espadachines humanos se derrumbarían por agotamiento. Esa solía ser su estrategia cuando los guerreros con los que se tropezaban lograban, por un inusitado milagro, igualarlos en fuerza y destreza.

Sin embargo, el mecanismo de destrucción que habían puesto en marcha con su sangre no obedecía a ningún amo. Pronto esa fuerza se rebeló zanjando el encuentro, separando a ambos bandos por una enorme grieta central. En la cara norte, más elevada, quedó el grupo de terrestres, mientras que al otro lado fueron arrojados los sicarios del rey. Podrían haber saltado el vacío que se abría ante ellos si no hubiese sido por el hundimiento acelerado del lado sur. Un aterrizaje en suelo inseguro y nada impediría que cayeran al abismo.

Finalmente, desistieron de la lucha.

-Vámonos -dijo el mayor.

-Bueno -cedió sin más el otro y dedicando un último comentario -Al menos uno ya no dará más guerra.

Caleb lo oyó claramente y la inquietud le invadió.

-"No puede ser..."

Los dos asesinos enfundaron las armas y huyeron a toda velocidad de la zona antes de que el suelo bajo sus pies se desmoronara por completo. Nick alzó Hitlem hacia el cielo, dando un grito triunfante. Por unos gloriosos instantes, la alegría de la victoria les quitó de encima todos los miedos e inquietudes que habían experimentado durante aquellas tres horas.

No obstante, el clamor de la tierra siendo despedazada fue demasiado inmenso, retumbante y titánico como para considerarse a salvo. Los sonidos de un mundo derrumbándose se elevaron hasta la superficie desde las insondables profundidades. Fue como si todo un continente se estuviera resquebrajando y ellos se encontrasen en mitad de la hendidura.

-¡¡Esto se viene abajo!! –vociferó Urick -¡¡Hay que salir de aquí ya!!

Los momentos siguientes fueron confusos y llenos de miedo. Caleb consiguió que los que podían correr cargaran con los heridos y que los que estaban agotados realizaran un último esfuerzo para guiarles al otro extremo del claro.

El Laberinto 1 - AdvenimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora