Cap. 2 - Caída al Olvidadero

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La mañana siguiente el grupo empezó su iniciación en la magia. Como los primeros sortilegios no requerían excesiva fuerza, pudieron practicar al mismo tiempo que viajaban entre las calles laberínticas, pronunciando las palabras que les enseñara Caleb: Fehu y Wunjo. La primera servía para invocar a los animales cercanos al mago y ganarse su confianza como hiciera Caleb al dominar a los caracolópodos. Al principio temieron que pudieran llamar alguna bestia rara y salvaje. Pero lo cierto es que solo acudieron unos pájaros cantores del tamaño de colibríes que se posaron sobre los hombros de Susan y Eva. También más adelante aparecería en mitad del camino una criatura pequeña y peluda semejante a una ardilla pero con dos colas. El animalillo se detuvo ante Erick, moviendo las orejas cada vez que el chico lo llamaba con el encantamiento. Sus pequeños y oscuros ojos curiosos enternecieron a todas las chicas que no habían esperado encontrarse con algo tan mono.

-Es un boán –les dijo Caleb –Son inofensivos, pero roban las provisiones de los viajeros a la primera ocasión, así que tened cuidado cuando veáis uno.

-¿Que roban la...? –exclamó Nick llevándose instintivamente las manos hacia su alforja –¡Cómo no! ¿Es que en este lugar ni los roedores son de fiar?

El boán, por su parte, olfateó de cerca a Erick y luego se escabulló por el recodo de otra calle.

-¡Oh, no! Tenías que espantarlo... -le reprochó Rachel a Erick mientras se asomaba por donde la criatura había desaparecido –Se ha ido. Probaré a ver si me escucha a mí ¡Fehu! –pronunció, concentrándose en la palabra y en lo que quería conseguir con ella, como Caleb les había indicado.

Tuvo éxito en parte. Consiguió atraer a todo un ejército de seres diminutos y peludos que salieron del interior de una madriguera cercana. Pero estos eran de pelaje oscuro y correteaban haciendo ruiditos agudos.

-Y estos de aquí son corretones –anunció Caleb –Creo que también vosotros los tenéis en vuestro mundo.

Ante la desbordante visión de aquel tropel de ratas negras, Rachel no pudo evitar saltar sobre la espalda de Brian, fuera de su alcance. Las demás chicas también retrocedieron, pero fue innecesario, ya que aquellas bolitas negras con rabo se apiñaron alrededor de Brian y Rachel, la cual se puso aún más nerviosa, dando pataletas y moviéndose agitadamente sobre su compañero.

Tras el apuro y las risas de los demás, Caleb se decidió a ahuyentarlos con un espectáculo de fuego. Después de aquello, Rachel no tuvo más ganas por aprender a convocar animales. Por el contrario, se concentró con más entusiasmo en el segundo encantamiento, Wunjo, que solo consistía en insuflar y potenciar sentimientos positivos y alegres a quienes estuvieran alicaídos o apáticos. Todos la imitaron y en breve se sintieron más animosos y con energías en las piernas para enfrentar la monotonía del laberinto.

A la hora del almuerzo llegaron a una zona de rocas y pequeños desniveles abruptos sobre los que todavía se elevaban muros y paredes enladrilladas. Se detuvieron en lo que parecía ser el centro donde confluían numerosos caminos y se dispusieron a descansar y comer.

-Ahora vuelvo –anunció Eva a Caleb y a Susan que desempaquetaban las provisiones del día –Quiero dar una vuelta por los alrededores... si no tienes inconveniente -añadió mirando a Caleb.

-Descuida. Esta zona es tranquila e inhóspita. No hay peligro de que los muros cambien demasiado. Además, hace rato que levanté la barrera.

Eva bajó, pues, el desnivel, separándose del grupo.

Erick, que estaba cerca, la vio marcharse y enseguida alzó la voz.

-¿Eva, estás segura? –dijo preocupado –No debe ser muy seguro andar por ahí...

El Laberinto 1 - AdvenimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora