Cap. 7 - La casa de Urick

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-¡No es posible! –exclamó Kandros.

-Te digo que sí lo es.

-Me estáis gastando una broma... ¿A quién se le ocurre tamaña insensatez?

-No es algo que se pueda discutir ¡Es así y punto!

-Eh ¿Qué pasa? Se os oye desde el piso de arriba –preguntó Eva apareciendo al final de las escaleras.

Carol y Rachel estaban en la mesa del vestíbulo junto a Kandros manteniendo una acalorada discusión.

-Eva, busca a Caleb para que se lo diga él mismo –le pidió Rachel -A nosotras no nos cree ni una palabra.

-Todavía no ha regresado –contestó mirando alternativamente a los tres -¿Se puede saber qué ocurre?

-Le hemos dicho que la Tierra y los demás planetas son redondos y que giran alrededor del sol pero esa idea...

-No hay quién se la crea –reiteró el taikini en sus trece –No digo nada de la Tierra... pero si Arkanta fuera redonda lo habríamos sabido los primeros.

-A los humanos también nos llevó un tiempo darnos cuenta, pero...

-¡No hay peros que valgan! –zanjó Kandros dejándolas y volviendo a sus quehaceres mientras seguía discutiendo en voz alta –Además, si fuera redonda se supone que los del otro lado vivirían del revés...

-Eso no tiene ningún... -insistió Carol.

-Déjalo, llevamos dos horas con esto. No hay quien le convenza –le susurró su hermana –Y eso que no le hemos dicho nada del hombre en la luna.

-¿Sin magia? Creo que os tomaría por un par de chifladas –sonrió Eva –Y no me extraña. Yo también pensaría igual si me hubiesen hablado hace dos meses de un mundo mágico con una luna fragmentada.

En ese momento Susan salía también del gran salón en donde se había relajado tomando un té como premio por sus progresos con el báculo. Apareció sonriente, con la pequeña perla de cristal liberada del extremo de la vara y orbitando por su cintura como un diminuto satélite juguetón.

-Bueno, este asunto de la gravedad ya está dominado –concluyó, satisfecha de sí misma –Si nuestro profe de Ciencias nos viera ahora no se atrevería a volver hablarnos de la ley de Newton.

-Oye, ten cuidado con eso... -le avisó Rachel apartándose de la trayectoria de la perla –Podrías sacarle un ojo a alguien.

-¿Aún no han vuelto? –preguntó Susan echando un vistazo al vestíbulo vacío.

-Pues no –se encogió de hombros Carol sentándose sobre la esquina de la mesa –Caleb suele llegar tarde, pero para ese trío no hay excusa. En cuanto vuelvan nos encargaremos de que reciban un R.E.S.P.

-¿R.E.S.P.? –repitieron sus compañeras.

-Reprimenda Ejemplar de Sortilegios Picantes.

Las chicas rieron. Carol era la que más horas invertía para ingeniar toda suerte de nuevas maldiciones y chascarrillos mágicos que tenían más de travesura que de artes oscuras. Caleb se lo permitía si terminaba con las lecciones del día, aunque no entendiera del todo la utilidad de esas bromas.

Sin embargo, el buen humor reinante se cortó de repente cuando la puerta del fondo se abrió de golpe y entraron Brian y Nick a su espalda.

-Hablando del rey de Roma –dijo Carol poniéndose en pie y acercándose a los chicos con una sonrisa. Pensaba que tal vez podría convencer a alguno de que fuera un conejillo de indias para sus nuevos maleficios... hasta que la expresión de seriedad de los dos se lo impidió -¿Y esas caras tan largas que traéis?

El Laberinto 1 - AdvenimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora