Todo el día siguiente estuvo lloviendo a cántaros. Por grande que fueran los Tres Robenescos, por todas partes se escuchaba la lluvia estrellarse contra la calzada y los canalones que precipitaban pequeños chorros de agua desde los tejados. Sin embargo, era una sensación agradable saber el frío del exterior y encontrarse cómodamente resguardados del mal tiempo.
La primera noche que pasaron en la fonda fue reparadora para el grupo. Todos durmieron profundamente hasta entrada la mañana. Kandros, por lo general, anunciaba a sus huéspedes la hora del desayuno por medio del cuerno del vestíbulo, pero había tenido la previsión de dejar descansar a sus nuevos inquilinos.
Eva se despertó renovada, casi deslumbrada por la tenue luz del cielo encapotado cuando se levantó para abrir las ventanas. Miró en torno suyo, preguntándose qué hora sería. La cama de Susan se hallaba vacía, mientras que Rachel seguía obstinadamente arropada bajo las sábanas, como si de esa forma elevara una sólida defensa contra el estridente y continuo goteo de fuera.
-Rai... -la llamó Eva mientras bostezaba.
Se escuchó un ruido bajo el cúmulo de sábanas que se asemejaba a un gruñido molesto.
-Levántate, hay que bajar. Los demás ya estarán despiertos.
Otra vez un gruñido de desentendimiento.
-Espabila ya o nos perderemos el rancho... -insistió Eva sentada ahora a un lado de la cama.
Como si hubiera tenido en cuenta aquella posibilidad la noche anterior, Rachel sacó una mano del capullo de mantas y lo hundió bajo la almohada para extraer uno de los cuencos que usaban en el viaje. Se lo tendió a Eva sin sacar en ningún momento la cabeza ni decir nada.
-Será posible... ¿Cómo puedes ser tan perezosa? –dijo cogiendo el plato y calzándose para salir al pasillo.
Nada más cerrar tras de sí la puerta se topó con Carol que bajaba de la segunda planta.
-Buenos días –la saludó sonriendo –A que Rai todavía no se ha levantado...
-Tu hermana es de lo que no hay. Aunque no puedo culparla demasiado, yo también acabo de despertarme. ¿Hace mucho que habéis bajado?
-El primero de nosotros ha sido Jason, pero parece que Caleb se levantó mucho antes y salió de inspección como había dicho. Ese tío es una máquina. Los demás hemos ido despertando a intervalos uno tras otro. El desayuno está servido en la sala de recreo.
-¿Cuál es esa?
-Ven, sígueme –se ofreció y fueron juntas a descender las escaleras que daban a la recepción –He recorrido la fonda de trecho a trecho.
-¿Es por eso que bajabas de ahí arriba?
-Sí, he estado explorando un poco. Es un sitio más grande de lo que parecía desde fuera. Aunque supongo que pasando los días aquí metidos como latas en conserva pronto se nos hará pequeño.
-No deberías andar por ahí tan campante –la regañó Eva –Recuerda que hay otros inquilinos hospedándose aquí.
-Ya. Kandros lo dijo. Dos faunos en el sótano y un morkrom en el tercero Te acuerdas de los morkrom, ¿no?
-Carol ¿Has hablado con alguno de ellos? –se sorprendió Eva.
-¿Hablar? ¡Si casi no me ha dado tiempo ni a abrir la boca! Me ha parecido que volvía a encontrarme frente a la puerta de Karmeruk.
-¿No te das cuenta de lo peligroso que es? –se escandalizó Eva -Solo por ser humanos ya levantamos demasiadas sospechas.
-¡No hay de qué preocuparse! Nada más bajar Kandros nos ha dado nuestras nuevas ropas hechizadas.
ESTÁS LEYENDO
El Laberinto 1 - Advenimiento
FantasyEva, junto con sus amigos y compañeros de clase, emprenderá el mayor viaje de su vida para rescatar a su hermana en un mundo de cuento de hadas donde enfrentará increíbles peligros, innumerables fatigas... y un destino anunciado mucho tiempo atrás. ...