Cap. 19 - Visiones de cerca y de lejos

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-Por supuesto que no está muerta -negó Oberón categóricamente -Sin un cadáver no hay razón para pensar que nadie haya muerto.

-¿Entonces esto ha sido una broma? Si ha sido eso, los Tuatha tienen un macabro sentido del humor -espetó Susan, tan disgustada con lo sucedido como el resto del grupo que ahora rodeaba a Eva.

La habían trasladado a una de las habitaciones contiguas a los salones reales con camas rellenas de algodón y sábanas trenzadas con helechos. Ella se había negado a acostarse. Se iba recuperando del susto, aunque consintió en sentarse al pie de la cama y beber agua de manantial que le ofreció Oberón de su propia copa. Todavía no se quitaba la visión de ella misma con el pecho sangrante y muriendo sin remisión en el suelo. Incluso cuando las cosas se calmaron no pudieron encontrar explicación a lo sucedido, pues nada más aparecer Titania y Oberón en el lugar el cuerpo de la Eva muerta se desvaneció.

-Ni la dríade más descontrolada o la náyade más traviesa serían responsables de esto -aseveró Oberón con actitud seria para hacer ver que era consciente de la gravedad del asunto -Una cosa así no podrían hacerlo nunca. No es propio de ninguna jugar con la idea de la muerte y menos aún con una pariente de Sarah.

Nadie estaba convencido de ello. Ya se comprobó que la segunda Eva no era ni una réplica ni una ilusión al contar con su propia magia. Las sílfides lo habían percibido y ahora la estaban buscando por todo Tír-na-nÓg.

-Rey Oberón -habló Caleb desde la puerta -Estoy de acuerdo en que esto no ha podido ser la trastada de un hada corriente. Pienso que podría ser un aviso.

-¿Un aviso? -repitieron muchos, pensando en lo peor.

-No puede ser un mago de fuera... Las feéricas lo habrían detectado a jadmias de distancia igual que nos detectaron a nosotros -razonó el mago -Si no ha podido ser un arkando de fuera, quedan pocas opciones.

-¿Quién podría llegar hasta aquí sin levantar sospechas? -preguntó Jason al rey.

-Algunos espíritus... -aventuró Oberón pero los descartó enseguida para nombrar aquellas que eran sus peores enemigas -Y Oscuranthias. Sí... un hada oscura podría burlar nuestra vigilancia si ya estuvo aquí en el pasado.

-No, no creo que sea eso... -negó Eva levantando la vista -Lo que ha pasado ha sido horrible, pero... Yo no sentí que fuera algo que quisiera hacerme daño. Y desde luego no usó ilusiones para engañarme...

La Incardinación la protegía de ataques contra su cuerpo, pero no del hipnotismo o las agresiones mentales. Por suerte, los Tuatha podían reconocer fácilmente cuándo alguien se encontraba bajo el influjo de una ilusión. Reconocieron de inmediato que Eva no había estado en ningún momento manipulada, y dieron por cierto cuanto dijo haber visto.

Al poco de regresar las sílfides a los salones reales, Titania entró con una Ariel de estatura media en la habitación.

-Nada.

-¿Cómo que nada? -se aproximó Brian -Algo habrán encontrado. Alguna pista, un rastro...

-La misma ausencia de pistas puede ser una pista -cortó Titania, serena -Tal vez no haya lugar para la alarma, al menos en este caso.

Eva frunció el ceño al escuchar a la reina.

-¿En este caso...?

Titania cedió la palabra a Ariel, que habló con vehemencia, segura de lo que decía.

-Las Oscuranthias pueden llegar a Tír-na-nÓg sin ser sentidas, sobre todo por la noche. Pero darse a la fuga o esconderse por aquí una vez han llamado la atención escapa a su capacidad. Que no haya dejado ningún tipo de rastro nos hace pensar que puede tratarse de otra cosa.

El Laberinto 1 - AdvenimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora