Cap. 20 - Impulso

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El ataque fue conjunto. Todos abandonaron sus puestos para entrar precipitadamente en el claro. Sus enemigos los vieron llegar y sacaron a relucir sus cuchillas y espadas para recibirlos. La increíble estratagema de Eva había resultado. No solo había conseguido sacarles el antídoto, sino que además los había engañado completamente, distrayendo su atención lo suficiente para darles a ellos la ocasión propicia de atacar.

Rachel se reunió junto a Carol para ocupar una posición ideal sobre la que disparar sus flechas. A Jason y Susan les sobró tiempo para poner a punto Neviza y la vara de Fathner. Brian quedó un poco más atrás junto a Nick mientras se esforzaba por sacar la hoja fundida de Flamea.

Urick intentó escabullirse hacia ellos con su preciada carga. El Keiser menor que portaba las dos cuchillas avanzó rápidamente hacia él para ensartarlo.

-¡Raido Kehr! –clamó Susan apuntándole con la vara.

De la perla cristalina surgió una luz y de ella una chisporroteante rueda eléctrica que salió rodando directa hacia el Keiser. El enmascarado espadachín cruzó en cruz las dos cuchillas negras y, de un solo tajo, rechazó el hechizo, esparciendo alrededor caóticas tiras eléctricas. El ataque lo entretuvo el lapso suficiente como para que Jason se acercara en ayuda de Urick, tendiéndole la mano. No obstante, el Keiser derrapó de lado por el suelo para propinarle al enano una patada que lo envió lejos de ellos. Atravesó diez metros en el aire hasta aterrizar contra el pie de la torrecilla.

Jason no tuvo tiempo de comprobar si había caído sin lesiones graves, pues el Keiser se levantó al instante para intercambiar con él las primeras estocadas. Susan lo apoyó usando de nuevo la vara como arma contra las letales cuchillas.

Por detrás de ellos, su compañero terminó por aplacar las llamas de su ropa e ir contra Eva. La chica esta vez pasó a todos los elementos que conocía, lanzando desde chorros de agua hasta juegos de humo para confundir, pero no dieron resultado. La máscara la enfrentó de frente y, de las cuencas oscuras, se abrieron dos ojos luminiscentes. La garra humanoide sacó una daga que lanzó hacia ella sin que le diera tiempo a evitarla. Se habría clavado con profundidad en su hombro izquierdo de no ser por la Incardinación. El cuchillo impactó en el aire como si llevara encima una armadura invisible. El Keiser se quedó quieto un momento y luego pareció comprenderlo.

-Además de astuta y Equilibradora de esencias, eres una incardinada –habló fríamente –Admito que estás llena de recursos.

Eva vio cómo empezaba andar hacia ella con el andar seguro de un autómata. Tropezó hacia atrás y cayó al suelo, paralizada por el miedo. El Keiser estuvo a tres pasos de ella cuando dos rayos, uno verde y el otro violáceo, lo obligaron a detenerse y saltar a un lado para esquivarlos.

Rachel y Carol se habían apostado tras un parapeto levantado del suelo con magia. Se decidieron a soltar sus flechas en el instante en que Eva cayó a tierra, fuera de su ángulo de disparo.

-¡Qué potra has tenido! –le levantó Carol el pulgar a Eva –Así que después de todo era un farol... ¿Pero cuándo has aprendido tú a replicarte?

Eva sonrió, recuperando parte del valor.

-Me costó mucho conseguirlo. Y aún más que ninguno os dierais cuenta...

-Serás tonta –le reprendió Rachel –Eso no se le hace a las amigas.

Una vez más el Keiser trató de llegar hasta Eva y por segunda vez volvieron a volar flechas verdes y violáceas. Al tener solo una espada, el Keiser evitó el segundo rayo saltando hacia atrás.

El Laberinto 1 - AdvenimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora