Nada más levantarse y desayunar, Caleb tomó las notas que Möll había copiado del firmamento la noche anterior sin dar muchas explicaciones.
Luego procedió a revisar el funcionamiento del Incario. No encontró ninguna anomalía. Los mandalas tatuados en todos ellos seguían transmitiendo su cuota diaria de magia y el escudo continuaba igual de alerta que siempre. Para demostrar su confianza en ello le propinó a la incardinada un martillazo en la coronilla con uno de los martillos de Urick. Eva no sintió más que un cosquilleo, pero igualmente le echó en cara al mago la ocurrencia.
-¡Podrías haberme abierto la cabeza con eso!
-Podría, creía... Ni siquiera tu abuela era tan quejica -se rio el mago a su costa, cosa rara en él pero que revelaba su buen humor.
Caleb le devolvió el martillo a Urick y dio su diagnóstico de que la Incardinación seguía operando correctamente. Eva tuvo el convencimiento de que, de haberse quedado con los Monjes Magos, al menos habría recibido un trato más respetuoso.
Recogieron sus pertenencias y partieron sin dejar señales de su paso por allí. Hasta internarse lo suficiente no era inconcebible que les siguieran el rastro. Hacían desaparecer las huellas que dejaban con sortilegios que levantaban la tierra aplastada. Las ramas rotas de árboles y arbustos eran reparadas. Incluso aplicaron sortilegios para eliminar el inconfundible olor a humano que desprendían.
-¿Tendría que haber comprado un barril de perfume? -soltó Rachel exasperada y mirando con reproche a Caleb y Urick. Cada vez que mencionaban el asunto de los olores se lo tomaba a mal, incluso cuando le aseguraban que no tenía nada que ver con la higiene personal.
Nick, que aún seguía sin entender el arkando, tocó a Virginia en el hombro y la interrogó con la mirada sobre lo que le pasaba a Rai. Ella se lo explicó taponándose la nariz y poniendo mala cara. Durante los siguientes días Rachel no dejó de notar que Nick procuraba no acercársele demasiado.
El chico siguió sin un traductor propio, por lo que todos se turnaban para pasarle el suyo cada cierto tiempo. Eva insistió en participar también, ya que no había mayor peligro de quedarse incomunicada al abandonar Saramastra y no quería tampoco recibir ningún tipo de favoritismo. Pero a pesar incluso de que intercambiaran regularmente los traductores, era inevitable que Nick se perdiera alguna conversación importante o que cuando retomaban las prácticas de magia fuera instruido aparte.
Caminaron ese día por una zona poco frondosa y bien iluminada. El terreno era firme aunque irregular en algunos tramos. Los matorrales dificultaban el paso más que cualquier otra cosa. Caleb les había avisado de no usar sortilegios para cortar la hierba ni salvar pequeños obstáculos, pues ese tipo de interferencias mágicas alteraban el medio por el que empezaban a moverse.
-Los animales pueden servirse de la magia y, por tanto, sus depredadores también para cazarlos. Existen criaturas y bestias que detectan los embrujos desde grandes distancias. E incluso los hay que se nutren directamente de magia. Usar tantos hechizos aquí sería como anunciar la hora de la comida.
Ellos lo sabían. Gracias a las improntas de Caleb y los bestiarios de Urick conocían a la mantícora, una fiera devoradora de hombres, el leocreyes, tan rápido en alcanzar a sus presas a la carrera que no se le veía de él más que una estela azul de su paso. Y, por supuesto, las Amachi que conocían bien y que rondaban por los bosques más salvajes.
-Cada vez me parece más improbable que veamos unicornios... -lamentó Virginia -Solo fieras y monstruos feos por doquier.
-Caleb ya lo avisó -la tomó Susan del hombro -Hay que prepararse contra lo que sea. No todo lo que hay aquí aparece en nuestros cuentos.
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El Laberinto 1 - Advenimiento
FantasyEva, junto con sus amigos y compañeros de clase, emprenderá el mayor viaje de su vida para rescatar a su hermana en un mundo de cuento de hadas donde enfrentará increíbles peligros, innumerables fatigas... y un destino anunciado mucho tiempo atrás. ...