Cap. 9 - La heredera de un pasado

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Todo quedó quieto y en silencio. Tenía que haber oído mal. Estaba mal el nombre de la chica. Como todos la miraban a ella tuvo que ser la primera en romper el silencio.

-¿Has dicho Sarah...? ¿M-mi abuela?

-Sí.

Eva reprimió el impulso de intentar destaponarse los oídos y procuró encontrar alguna coherencia a lo que creía estar oyendo.

-Perdonad, pero... no lo entiendo –confesó con una sonrisa de incredulidad -¿Me estáis diciendo que mi abuela vino hace milenios al laberinto, con catorce años y venció... a Jareth?

-Sabía lo difícil que te resultaría compren... -fue a explicarse Caleb, pero Eva no le dejó.

-¡No me resulta difícil! Es que no me lo creo –aclaró levantándose de su asiento y mirando a Caleb y a Urick con un indignado fruncido del entrecejo –Me parece una broma de muy mal gusto.

-¿Puedes creer en todo lo que te hemos contado de nuestro mundo... y, en cambio, no aceptar que tu abuela también realizó el mismo viaje que tú? –observó Urick.

-No, no puedo –zanjó Eva sin querer prestarse a razones –Estáis hablando de... ¡Es ridículo! ¿Cómo iba mi abuela haber vivido aquí hace veinte mil años? Es absurdo lo que decís.

-Eva, conoces perfectamente la enorme diferencia temporal que existe entre ambos mundos –le recordó Caleb.

Ella lo sabía muy bien. Veinticuatro horas terrestres correspondían a un año de trece meses en Arkanta, lo que hacía posible que en la Tierra no hubiesen transcurrido más de dos horas desde que desaparecieran del desván de su casa.

-¿A qué edad falleció ella? Porque ya murió, ¿no? –preguntó Urick, vacilante.

-Sí, a los sesenta... un fallo cardíaco... -dijo con tacto, pues vio que la noticia afectó mucho más a los dos insurgentes de lo que la había afectado a ella en su momento. Después de todo tenía cuatro años cuando su abuela murió y no conservaba en la memoria imágenes nítidas de ella. Solo la había visto en los álbumes de fotos y de repente entendió el pasmo que experimentó Urick al observarla de frente. Realmente las dos se parecían mucho de cara.

-Bien... -se repuso Caleb tras la confirmación de la muerte de Sarah –Tú, Eva, tienes dieciséis, ¿no? Y dijiste que tu abuela expiró cuando tenías cuatro. Entonces las fechas coinciden. Sarah llegó con catorce años y se marchó con quince. Desde su marcha hasta vuestra venida en el mundo humano han pasado cincuenta y siete años. Si hacéis el cálculo comprobaréis que cincuenta y siete años de la Tierra son aquí algo más de veinte mil años.

-Pero no pudo estar aquí... lo habría contado al volver...

-¿Lo haría? ¿Contarías algo así a tus padres o a cualquier otro a tu regreso? –alzó Caleb una ceja de suspicacia –Su viaje en el laberinto quedó entre ella y nosotros. ¿Acaso vosotros pensabais hablar de todo esto al volver?

-Yo no esperaba contarlo –susurró Carol con cierto pesar, más acostumbrada que los demás a lidiar con el escepticismo de la gente –Nadie se creería una palabra.

-Es verdad. Nos tomarían por locos –coincidió Rachel.

-¡Aun así me cuesta creerlo! –protestó Eva obstinadamente -¡¿Cómo iba una chica de catorce años a enfrentarse a alguien como Jareth?! Vosotros mismos habéis dicho que el rey tiene el poder de los Nelwyn en esas esferas. ¿Cómo es posible que fuera derrotado por Sarah?

-Porque, al igual que anteriores héroes y heroínas de nuestro pasado, Sarah fue una Heredera de los Nelwyn.

La noticia sacudió tanto a Eva y a los presentes que no hubo ni exclamaciones de sorpresa. Se limitaron a mirar fijamente a los dos narradores, como esperando que en cualquier momento alguno saltara de su asiento y gritara "¡Inocentes!".

El Laberinto 1 - AdvenimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora