Cuando al fin los jinetes de Hala llegaron a su destino, la fortuna quiso dejarles sin más indicios que seguir. El silbato les había conducido cerca de la plaza del frontispicio. También encontraron señales de un carnyc que se abrió paso entre las calles. El rastro, aunque reciente, solo conducía a la plaza. Ningún signo de por dónde hubiera salido después.
-Ese chico sabe cómo manejar a su carnyc –elogiaron los jinetes amargamente.
Intentaron registrar los alrededores, pero todo estaba atestado de una concentración de fieles enfervorizados. La gente hablaba de la Campana Superior, la Heredera y la premonición de Sarah, nada de lo cual les interesaba lo más mínimo.
Hala, sentada sobre su zancudo, se sentía frustrada. Ahora que la única pista de Enis se había esfumado, la pelea con el terrestre le parecía una absoluta pérdida de tiempo. Lo que no disipaba en ella las ganas de encontrar a aquella taikini y hacerle unas cuantas preguntas.
-Nadie sabe nada de ellos –le informó otro jinete –Y si les han visto no les han prestado ninguna atención. La ciudad entera trata de llegar por todos los medios al Templo.
-Enis estuvo aquí, eso es seguro –afirmó la Urralga. La lluvia había borrado cualquier atisbo de olor, pero era indudable que el silbido procedió de allí. El inconveniente era que Carnoc se les había adelantado al acudir a la llamada de su joven amo.
-Si escapó de sus captores sobre Carnoc debe de haber regresado a las caravanas –dedujo uno de los ninyeti de confianza de Hala.
-¡Redime a un duende! –objetó otro rastreador ninyeti con la típica expresión arkanda que venía a significar algo que era imposible –Venimos de la Calzada Sacra y no encontramos nada de camino aquí.
-¿No es posible que se os pasara de largo? Hay muchas calles...
-¡Es un trayecto recto y buscamos a un carnyc desbocado! –replicó el rastreador.
La muchedumbre de peregrinos, nómadas y comerciantes empezaba a aglomerarse con nuevas marejadas de ciudadanos uniéndose a sus filas. Los zancudos comenzaban a tener que andar con cuidado para no chocar contra viandantes despistados.
-¡Esto se está agitando! ¡Tenemos que irnos! –chillaron unos pocos a los que la multitud arrastraba del grupo principal de jinetes.
-¿Adónde? –exigió saber Hala, impertérrita -¿Adónde pudo haber ido?
-La plaza se ha llenado muy deprisa –razonó uno de sus guardaespaldas –Cuando llegó Carnoc tal vez aún estuviera vacía. Quizás pudo refugiarse en el Templo.
-No si se enteró de que el primer Sky-Hell apareció ahí dentro... -apuntó otro.
Hala observó angustiada la fachada principal de la alta cúpula. Los arcos podían permitir el paso de un animal tan grande, aunque desconocía cómo serían las salas interiores.
Los zancudos chillaron, espantados por la muchedumbre que había logrado penetrar al interior. Resultaría imposible abrirse camino hasta las puertas.
-¡Rodearemos la cúpula y buscaremos otros accesos! –alzó la voz la Urralga, aferrando las riendas de su montura –Ollü, irás con tus hijos por el otro lado. Nos encontraremos entre los campanarios posteriores. El resto regresad al convoy.
Acto seguido se dividieron en dos grupos para recorrer los contornos de la monumental construcción. Hala fue con seis de sus ninyeti más allá del campanario del este hasta topar con el cerco exterior. Con la guardia del Templo ausente resultó un juego de niños saltar a los patios y jardines del monasterio. Las alarmas mágicas resonaron por el lugar, pero también los hechiceros se habían ausentado de allí. Todo ello, sin embargo, no hizo sino preocuparla aún más y ponerla en alerta. Había Sky-Hell en la bastida y esa circunstancia era suficiente para que un escalofrío le subiera por la espalda.
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El Laberinto 1 - Advenimiento
FantasyEva, junto con sus amigos y compañeros de clase, emprenderá el mayor viaje de su vida para rescatar a su hermana en un mundo de cuento de hadas donde enfrentará increíbles peligros, innumerables fatigas... y un destino anunciado mucho tiempo atrás. ...