-Rachel... ¡Ey, Rai! ¿Me oyes? Despierta, vamos...
La voz de su hermana resonaba en su cabeza, igual que lo hacía cada día de la semana cuando se levantaban para ir una mañana más al instituto. Por unos agradables momentos olvidó lo extrañamente dura que resultaba su cama y pensó que todo había sido un sueño muy real, que pronto volverían a la rutina de cada día. Podría ducharse, cambiarse de ropa y, al bajar, encontraría en el salón el desayuno preparado de antemano por su madre. Al volver del Easton, si tenía tiempo, le contaría con detalle a Carol el asombroso sueño que tuvo aquella noche.
-¡Despierta de una vez! No te quedes ahí tirada... -empezó a zarandearla Carol, agarrándola del hombro.
Rachel se sentó y empezó a mirar en torno suyo. La decepción que sufrió al ver que nada de lo que había pasado era un sueño no era nada en comparación a la ausencia de un desayuno y una ducha caliente. Carol estaba delante suya, con la alforja que les había tocado llevar a la espalda y con mirada preocupada. Debió pensar que estaba aún aturdida, ya que la ayudó a sentarse contra una pared mientras la ponía al corriente de lo que había ocurrido.
-Creo que nos han despachado a otra parte del laberinto.
-Pero... ¿Cómo...? –llegó a preguntar Rachel, frotándose las sienes con las yemas de los dedos.
-¿Es que no recuerdas nada de lo que ha pasado?
Nada más mencionarlo, la primera imagen que le vino a Rachel a la cabeza fue la piedra piramidal que flotaba en el aire y el espantoso ojo que les había interrogado, acuchillándolas con la mirada. Sufrió un breve escalofrío al acordarse de él. Interiormente rezó para que jamás volvieran a cruzarse con algo semejante.
Lo que ocurrió después de que les formularan la pregunta estaba muy borroso en su mente. De no ser por los detalles que le proporcionó Carol jamás habría sabido con seguridad lo que pasó en aquellos minutos.
-Imagino que debemos encontrarnos muy lejos de los demás... donde quiera que estén ellos ahora, si tampoco pudieron acertar las demás preguntas...
-¿Crees que estarán bien?
Carol prefirió no contestar a su hermana. Estuvieran los demás a salvo o no era algo que ellas, por el momento, no podían saber. Más les valía empezar a preocuparse de su propia suerte.
-Pensemos mejor en lo que haremos para encontrarles, aunque francamente lo veo difícil. Si antes ya teníamos dificultades, ahora... Además, este lugar no es muy distinto de donde estábamos antes.
Entonces Rachel prestó atención a la solitaria calle gris en la que se encontraban. Era un paisaje también de piedra aunque, a diferencia de los anteriores, estaba construido con grandes bloques de granito en vez de ladrillos, como los que se usaban en los castillos e iglesias medievales. También el suelo parecía enlosado con la misma mampostería de los muros. Las esquinas de las calles circundantes eran curvadas y carentes de decoración.
Por lo demás, como había dicho Carol, nada era muy distinto del laberinto con el que, a su pesar, ya se habían familiarizado.
Rachel se deprimió y bajó la vista, desesperanzada. ¿Y ahora cómo se las arreglarían? ¿Ellas dos solas... cuando ni todo el grupo unido habían conseguido guiarse allí dentro?
Las dos...
De repente Rachel se dio cuenta.
-¿Y Erick? ¿Dónde está ese empollón? Estaba sentado a nuestro lado, ¿no? ¿No ha venido hasta aquí con nosotras?
Carol también parecía haber reparado en la ausencia de su compañero.
-Al despertarme solo te vi a ti conmigo. No había nadie más cerca. Me asomé al otro extremo de la calle para buscarle, pero estaba vacía. Me parece que nos han separado al azar y no por los asientos que ocupábamos en aquel juego...
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El Laberinto 1 - Advenimiento
FantasyEva, junto con sus amigos y compañeros de clase, emprenderá el mayor viaje de su vida para rescatar a su hermana en un mundo de cuento de hadas donde enfrentará increíbles peligros, innumerables fatigas... y un destino anunciado mucho tiempo atrás. ...