La mañana del uno de enero de 1848 amaneció augurando grandes cambios para el nuevo año que comenzaba.
No sería hasta unos días después cuando se supiese acerca de la postergación del gran banquete organizado por los republicanos para mediados de mes, pero, aun así, los ánimos en París bullían con anticipación. Ante la creciente presión policial contra las reuniones públicas, las asociaciones clandestinas de la ciudad habían acudido desde hacía un tiempo a la celebración de "banquetes" para congregar a sus miembros en un mismo espacio de manera legal. El de aquel mes pretendía ser uno especialmente grande, especialmente importante, y Enjolras y sus compañeros, sabiéndolo, habían planeado asistir; sin embargo, el gobernador Guizot se encargaría de evitar que se llevara a cabo prohibiendo también ese tipo de reuniones que, aunque en apariencia inofensivas, tanto el gobierno como toda la sociedad parisina sabían que en realidad eran encuentros de corte político.
El primer día de enero, no obstante, nada de eso había ocurrido todavía. Ese día, como todos los años durante más de una década, Enjolras se encontraba en el hogar de los Pontmercy con su familia. Su amplia familia: Grantaire, Nöelle, Jehan, Rose, Léon, Anne-Marie, Pauline, Adélina, Gabriel, Musichetta... Se habían reunido, como cada primer día del año, para comer y pasar la tarde juntos, en lo que se podría considerar su propio "banquete" republicano; aunque, a petición de Anne-Marie, seguían sin hablar sobre política en la mesa... siempre que podían contenerse.
Para la hora del postre, la mitad de ellos estaba ya enzarzada en una amistosa discusión en la que ni siquiera Marius se alteró con sus propias opiniones, aunque había que admitir que se había moderado con los años. Su hijo Jean Georges no se perdía una palabra de lo que decía, si bien parecía demasiado joven para entender aún lo que estaban hablando y se limitaba a escuchar en silencio mientras su cabeza seguía los distintos argumentos. Musichetta y Rose participaban activamente en la discusión, Musichetta con su calma asertiva, Rose con su ímpetu apasionado, y Cosette aportaba de vez en cuando comentarios o preguntas para ellas o para su marido, o para Enjolras, o para cualquiera cuyas palabras acuciaran su curiosidad: había tanto que aún no sabía, decía siempre, fascinada por el mundo y las numerosas perspectivas que en él se podían encontrar... Jehan alababa eso de ella y añadía a sus preguntas otras que se le ocurrían a él, o matices expresivos, inspirado por la sed de saber de su amiga; aunque también se entretenía en charlar sobre poesía con Anne-Marie o jugar con el pequeño Courfeyrac, que tenía ahora nueve años y gustaba de la presencia cálida y mística del poeta.
Léon, Adélina, Grantaire y Pauline se sentaban juntos, ajenos a los coloquios políticos, y conversaban tranquilamente mientras bordaban: en los últimos tiempos, de cara a su retiro, habían comenzado a enseñar al doctor para que pudiera entretenerse haciendo paños que regalar a sus nietos cuando su hija y él tuvieran la oportunidad de volver a verlos. Aquello no parecía que fuera a ser pronto, pero, mientras tanto, Léon se contentaba con intentar hacerlos para Fantine-Éponine, que adoraba los accesorios y siempre le recompensaba con su sonrisa encantadora y una pequeña reverencia. Aunque ese día, la graciosa muchacha, sentada junto a ellos, no les prestaba atención, sino que su mirada se desviaba una y otra vez hacia Gabriel y Nöelle, quienes, algo apartados de los demás, hablaban mucho y en voz baja, compartiendo risitas cómplices de las que nadie más parecía poder ser partícipe.
En algún momento, cuando la tarde avanzó y los coloquios también, estando el político en su culmen de entusiasmo, Enjolras se levantó, de una manera que hizo que todas las miradas se dirigieran en poco tiempo hacia él, y propuso un brindis.
—Por la transformación social —dijo, elevando su vaso—. Por el porvenir.
Hubo un instante de pausa, en parte de sorpresa, en parte de solemnidad, y entonces Grantaire rio y levantó su propio vaso.
ESTÁS LEYENDO
"Amor, tuyo es el porvenir"
FanfictionParís, Francia, 6 de junio de 1832. Tras el fracaso de la insurrección popular en las barricadas, ante un pelotón de fusilamiento dispuesto a acabar con su vida, Enjolras enfrenta la muerte con dignidad, sabiendo que los Amis de l'ABC han luchado ha...