La alegría de sus amigos cuando supieron que volverían a verse pronto apenas cabía en la carta que acudió en respuesta a la que Enjolras y Grantaire mandaron con su aviso. No fue hasta entonces, cuando se aseguraron de que tenían su beneplácito, que partieron de su presente alojamiento, despidiéndose de los contactos y amistades que en ese lugar habían formado y tomando el camino que calcularon más rápido para llegar a su destino.
Les llevó, aun así, varios días alcanzar las proximidades de Auxerre. Y después, cuando encontraron por fin la población señalada en el remitente de las cartas, tuvieron que dedicar un tiempo también a informarse lo más discretamente posible acerca del paradero de sus amigos, no queriendo llamar la atención sobre ellos por prudencia.
Nada más llegar, por tanto, empezaron con la búsqueda, sin siquiera procurarse un alojamiento primero. La mejor manera de dar con forasteros, de todos modos, era preguntar en las posadas, y, ya que no conocían bien el lugar, eso hicieron, consultando el remitente de uno de los sobres de las cartas de sus amigos para pedir indicaciones en los distintos establecimientos que encontraron, prestando atención también a las calles y avenidas que recorrían mientras tanto.
Ya casi al final del día, cuando el sol había comenzado a ocultarse y ellos, a preguntarse si no sería mejor ceder en su empeño hasta el día siguiente, pues ni siquiera habían buscado un sitio donde hospedarse todavía, sus pasos los condujeron por fin a una calle de nombre conocido. O eso supieron cuando, cansados, sin esperar nada ya, una lugareña a la que preguntaron les confirmó que estaban en el lugar adecuado. Les señaló un edificio cercano, correspondiente a una posada cuyas referencias, comprobaron con entusiasmo, coincidían con las que buscaban.
Le dieron las gracias profusamente, reanimados por el triunfo de su perseveración, y se acercaron al edificio. Una vez ante la fachada, de pie frente a la puerta de entrada, compartieron una larga mirada silenciosa, conteniendo la emoción.
La sala principal, cuando pasaron al interior, no les pareció demasiado diferente a la de otras posadas en las que habían estado, sobre todo después de haber visitado tantas a lo largo del último año. Había en ella una especie de recepción que hacía las veces de barra, una serie de mesas y sillas dispersas, varias puertas que conducían, probablemente, a las habitaciones del piso bajo o a un comedor y, por último, un pequeño espacio, algo aparte, que debía de estar dispuesto para que los huéspedes pasaran el tiempo libremente en él, con sillones dispuestos en corro.
Precisamente en ese espacio, en uno de los sillones, había algo que, no obstante, era claramente distinto respecto a otras posadas: una cara conocida. Una cara que no reparó en ellos al principio, tan concentrada como parecía en la lectura de un grueso libro de esos que parecían reservados para los profesionales de campos tan complejos como la medicina o la lingüística; hasta que algo debió de distraerla, porque lo apartó de sí para alzar la mirada.
Cuando sus ojos castaños se cruzaron con los suyos, se puso en pie de un salto, el libro cayendo abandonado sobre el sillón sin ningún cuidado, y corrió hacia ellos con una energía inconfundible.
—¡Ah, mes amis! —exclamó, y los dos estuvieron a punto de perder el equilibrio cuando los rodeó a ambos con los brazos, prácticamente lanzándose sobre ellos—. ¡Qué gusto da volver a veros!
Enjolras tardó un instante en reaccionar, pero después la abrazó con el mismo ímpetu, exhalando un "¡Rose! ¡Cuánto tiempo!" de dicha al tiempo que ella los estrujaba. Grantaire, en cambio, se quedó algo más quieto, bloqueado por la sorpresa y todo el tiempo que había pasado desde la última vez que se habían visto en persona.
Rose, notándolo, se separó para dirigirle una aguda sonrisa.
—¡Cómo, monsieur Grantaire! ¿No me saludas después de tanto tiempo? Será que no te alegras de verme...

ESTÁS LEYENDO
"Amor, tuyo es el porvenir"
FanfictionParís, Francia, 6 de junio de 1832. Tras el fracaso de la insurrección popular en las barricadas, ante un pelotón de fusilamiento dispuesto a acabar con su vida, Enjolras enfrenta la muerte con dignidad, sabiendo que los Amis de l'ABC han luchado ha...