Una vez terminadas las festividades, el invierno continuó avanzando y, con él, la miseria de los trabajadores del campo se agravó.
Tras el respiro jovial que habían sido las Navidades, la realidad parecía volver a pesar con fuerza sobre la villa. El frío y el mal estado de los terrenos agrícolas, inutilizados por las heladas, imposibilitaban realizar en ellos trabajo alguno, razón por la que la mayoría de los jornaleros había decidido buscar otro empleo o abandonar la población durante esos meses. Enjolras, no obstante, se quedó, en parte por necesidad, en parte por ignorancia acerca del funcionamiento de esos sistemas. Sus compañeros más cercanos le habían explicado algo al respecto, pero, al igual que él, eran personas que querían permanecer en la villa, en su caso debido a que sus familias vivían ahí. Enjolras, por tanto, tuvo que sufrir las consecuencias de esa decisión, pero tenía acompañantes en la pobreza, miserables que, como él, esperaban la llegada de la primavera con la esperanza de volver a trabajar mientras el hielo, lejos de derretirse, solo parecía volverse más y más gélido cada día que pasaba.
A pesar de todo, por fortuna, Grantaire y él no malvivían por completo. Durante ese tiempo de escaseces, Grantaire seguía trabajando en sus pequeños encargos y conseguía aportar a la casa un dinero importante para ambos, unos cuantos sous diarios que, aunque no eran gran cosa en su conjunto, les permitían subsistir. También la generosidad de sus vecinos, la consideración ajena a la hora de regatear en el mercado y otras pequeñas ayudas por el estilo les habían ayudado a seguir adelante, si bien su nivel de vida había empeorado considerablemente respecto a sus primeros tiempos en la villa.
Lo peor, tal vez, era el frío. La casa en la que vivían, si bien la habían reparado y acondicionado con esmero, tenía mil pequeños huecos en su estructura, discretas oquedades por las que se filtraba el aire invernal hasta llenar el espacio y, en ocasiones, extinguir el fuego que apenas se las arreglaban para prender en su pequeña chimenea sucia de hollín. Llegó a haber noches, en el gélido mes de enero, durante las que conciliar el sueño se convertía en una auténtica hazaña, de tan insuficientes como eran las colchas de las que disponían para combatir las temperaturas.
En una de esas noches, Enjolras, cansado de no poder dormir, se levantó en mitad de la madrugada. Al hacerlo, envolviéndose en las mantas de su lecho como si de un capullo de mariposa se tratase, se percató del movimiento en la cama de Grantaire, no muy lejos de la suya, a pesar de hallarse en el extremo opuesto del dormitorio.
Tras un instante de duda, se acercó a ella.
—Grantaire. ¿Duermes?
Un resoplido cansado proveniente de la colcha ajena le comunicó la negativa que esperaba. Tras unos segundos, el rostro de Grantaire apareció de debajo de las sábanas, su nariz algo sonrosada por el resfriado que, era inevitable, debía de estar comenzando a sufrir esos días.
Le llevó un momento enfocar a Enjolras, pero, cuando lo hizo, lo miró con una mezcla de comprensión y lástima.
—¿Tampoco tú?
Enjolras negó con la cabeza. Y, mientras Grantaire asentía, solidarizándose con sus molestias, dejó pasar unos segundos de silencio, pensativo.
—Grantaire —dijo finalmente.
Grantaire ladeó el rostro, indicando que lo escuchaba. Enjolras dejó pasar un instante más antes de preguntar, sin rodeos:
—¿Puedo dormir contigo?
El adormecimiento de Grantaire hizo que la sorpresa de su semblante resultara más cómica de lo que habría sido en otras circunstancias. Entreabrió la boca y la cerró una, dos veces, como si no se decidiera por replicar o por mantenerse suspenso; pero después, tras una deliberación durante la que Enjolras, que aguardaba su respuesta con paciencia, comenzó a tiritar de manera bastante visible, pareció volver en sí y asintió. Se movió en la cama, creando un espacio generoso a su lado, y apartó la colcha para dejarle paso sin palabras.

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"Amor, tuyo es el porvenir"
FanficParís, Francia, 6 de junio de 1832. Tras el fracaso de la insurrección popular en las barricadas, ante un pelotón de fusilamiento dispuesto a acabar con su vida, Enjolras enfrenta la muerte con dignidad, sabiendo que los Amis de l'ABC han luchado ha...