Dulce Venganza.

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POV'S TOM.

El día por fin había llegado, hoy nos vengaríamos de Cedric Diggory, le mostraríamos que meterse con la princesa de los Shelby no era un puto juego.

Durante una semana Mattheo y yo estuvimos planeando todo, los gemelos nos ayudaron puesto que también quieren a Lilith como si de una hermana se tratase.

Quisimos ser discretos, mientras menos personas se enteraran, más fácil sería esto.

Recogí a Azael y a decir verdad se me hacía raro verlo vestido de esa forma.

-El mar sí que te cambia –Comenté mientras conducía a nuestro destino.

-A veces es bueno usar colores claros.

-Sí tú lo dices.

No pasó ni una hora cuando por fin entramos al pueblo de Ashburton.

-Ya era hora –Se quejó Mattheo mientras se levantaba del auto dónde estaba apoyado.

-¿Dónde está? –Pregunté.

-Sigue en su casa, el bastardo no ha salido.

-¿Y los gemelos?

-Jayden cubre el lado izquierdo y Kayden el derecho, ambos trajeron sus autos.

-¿Qué planearon exactamente? –Preguntó Azael mientras terminaba de abrocharse el saco.

-Tu actividad favorita –Respondió Mattheo.

-Casería –Seguí.

-Esto será interesante –Sonrió Azael como si se convirtiera en otra persona.

-Ya sabes las reglas del juego –Le extendí unas llaves de un auto y se fue.

Mattheo y yo volvimos a subir a nuestros autos y tal como bestias esperamos a nuestra presa.

Pasaron 40 minutos y al menos desde mi punto de vista noté que sacó una bicicleta, se subió y comenzó a pedalear así que encendí el auto.

A los pocos minutos los otros cuatro autos negros también comenzaron a acecharlos, Cedric constantemente volteaba hacia atrás y a los lados, seguramente ya sentía que estaba en peligro.

A nosotros no nos preocupaba el hecho de que pudiera vernos, nuestras boinas nos cubrían la mitad del rostro y nuestros autos no tenían placas.

Él se desvió por un pequeño callejón creyendo que nos perdería, iluso, nosotros habíamos estudiado su estúpido pueblo y lo conocíamos seguramente mejor que él.

Se dirigió a una calle cerrada y nosotros aprovechamos para encerrarlo, cuando se vio sin salida alguna bajo de su bicicleta, tomé mi arma y bajé del auto.

-¿Quiénes son? ¿Qué quieren?

-A ti –Alce mi rostro para que pudiera verme y su cara palideció.

Sin darle tiempo a algo más alce mi arma y le dispare haciendo que cayera, me acerqué y tomé su pulso.

-Llévenselo, ya está sedado –Le ordené a los gemelos y ellos asintieron.

-¿Qué hacemos con su bicicleta? –Preguntó Kayden.

-Llévatela y regálasela a Landon o que se yo, solo dense prisa.

Volvimos a subir a los autos y salimos de ese pueblo rápidamente.

Condujimos un par de horas hasta que llegamos a una antigua fábrica, estaba abandonada porque había quebrado luego de la guerra.

Cuando llegamos los gemelos ya sabían que hacer, mientras tanto nosotros fumamos un cigarrillo antes de entrar, nos quitamos los abrigos y subimos las mangas de nuestras camisas hasta los codos.

La quinta Shelby.  Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora