Maslenitsa.

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POV'S LILITH.

El día de Rusia llegó y durante toda la noche anterior se les vio un poco ajetreados, y por la mañana nos pidieron ir al lago negro.

-Buenos días compañeros –Comenzó una chica Rusa (Debo admitir que su acento me encantaba –El día de hoy, en nuestro día Ruso, compartiremos con ustedes una de nuestras tradiciones favoritas, las Maslenitsa, esperamos que todos participen y que les agraden las actividades –Dicho eso ella bajo y todos comenzaron a dispersarse a ver qué actividades había.

Los chicos y yo fuimos primero a una breve explicación de aquella celebración, por lo que tenía entendido la Maslenitsa era la fiesta de la primavera en Rusia, ellos la celebraran a inicios de marzo y tenía una duración de una semana.

Luego de ello fuimos a la primera actividad y había una gran montaña de paja frente a nosotros, en esta actividad debíamos hacer una muñeca de paja con nuestras propias manos, la verdad fue divertido ya que las risas de ver cómo nos estaban quedando no cesaron.

-Mira, al parecer a los rusos también les gusta el palo encebado ­–Me decía Manolo mientras me señalaba a un grupo de chicos alrededor de un poste y todos nos acercamos.

-Bienvenidos ¿Quién quiere probar su suerte? –Preguntó el encargado.

-¿Qué debemos hacer? –Preguntó Mattheo.

-Deben quitarse al menos la playera, luego deben untarse manteca y tratar de escalar este poste, si lo logran cualquier premio que tomen será suyo ¿Qué dicen?

-Yo si quiero intentarlo –Respondió mi hermano mientras se quitaba la camisa y me la daba.

-Será mejor que busque algo con lo que pueda limpiarse cuando termine –Comentó Tom antes de ir por algo para Mattheo.

Mattheo se acercó a los barriles de manteca y tomó dos puñados de esta para luego esparcirla por todo su torso y brazos, durante este proceso más de una suspiro por mi hermano.

Se preparó y pegó un salto para acortar distancia, la verdad es que él tenía mucha fuerza en sus brazos, sin embargo, por la manteca resbaló un par de veces pero jamás tocó el suelo, luego de un rato por fin tomó una de las bolsas de la cima y bajó.

Todos le pidieron que abriera su premio y de la bolsa sacó una matrioshka.

-Toma, para ti hermanita –Me la extendió y se la recibí mientras yo le pasaba la toalla que le trajo Tom para que se limpiara.

-También quiero intentarlo –Siguió Manolo.

Repitió el mismo proceso que Mattheo y cuando comenzó a subir el público femenino aumento, bajó y su premio resultó ser un chaleco ruso tradicional y sin dudarlo se lo puso.

-Mi turno –Dijo Blaise. Se acercó al palo luego de untarse la manteca y al parecer era más difícil de lo que imaginó ya que cayó dos veces de sentón y no logró pasar de la mitad –Me rindo, no puedo –Comentó frustrado mientras se limpiaba la manteca.

Seguimos recorriendo aquel pequeño festival y la música jamás cesó.

-Amor de mi vida te hice esto –Anto me extendió una corona de flores –Se supone que debo dársela a quien le deseo una buena primavera –Me explicó.

-Muchas gracias Anto.

-¿Me agradeces? –Se inclinó mientras me ofrecía su mejilla.

Rodé los ojos y justo cuando estaba por darle el beso se giró consiguiendo que la besara en los labios.

-Anto.

-Querida haré lo que sea por tus besos –Me guiñó un ojo y reímos.

Pronto muchos alumnos rusos comenzaron a salir disfrazados de una especie de duende, otros tanto tenían antifaces y para no quedarnos atrás fuimos a la actividad de elaboración de máscaras.

La quinta Shelby.  Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora