Dedicado a ZafiroDevetter
POV'S LILITH.
-Me alegra que hoy te la hayas pasado mejor –Dijo Tom cuando llegamos a mi habitación.
-Me duelen mucho los pies.
-Y eso que te quitaste los tacones antes de venir –Comentó mientras me los daba –Por cierto, este fin de semana Mattheo tiene competencia de boxeo y va a salir, por mi parte regresaré a casa por unos asuntos con los Brennan ¿Dónde estarás tú?
-¿Será que puedo irme mañana contigo?
-Ya sabes que sí.
-Entonces mañana me despiertas.
-Descansa chaneke.
Rodé los ojos y cerré la puerta de mi habitación, aventé los zapatos y me dejé caer en mi cama, sin embargo, levanté la mirada y miré el vaso de agua vació y sonreí, creo que al final de cuantas, tomar medicamento no era tan malo.
Volví a levantarme y me quité el vestido, me puse un pijama cómodo y entré al baño a lavarme la cara.
Cuando por fin me sentía limpia, volví a acostarme y rápidamente me quedé dormida.
Al día siguiente, apenas me desperté hice una pequeña mochila con lo que quería llevarme, Tom pasó por mí, acompañamos a Mattheo a tomar su autobús y luego nos fuimos al tren.
-Tom.
-¿Sí?
-¿Crees que Azael vuelva pronto?
-Sí.
-¿De verdad?
-Sí.
-¿Qué sabes de él?
-Que ha comenzado a entrenar.
-¿Dónde?
-No me lo dijo muy bien, pero al parecer hacer ejercicio mantiene su mente ocupada.
-Bien por él ¿No?
-Sí.
-Tom.
-Dime.
-¿Vas a estar muy ocupado?
-Un poco.
-Está bien.
-¿Por qué?
-Curiosidad.
-Tom.
-¿Qué pasó Lilith? –Resopló un poco cansado.
-Eres el mejor hermano mayor –Respondí mientras me acercaba y lo abrazaba sobresaltándolo por el contacto físico.
-Y tú eres la mejor hermana menor –Me devolvió el abrazo y dejó un beso en mí cien.
El resto del viaje fue lindo, él me compró algunas golosinas y cuando empecé a desesperarme, me dejó acostarme en sus piernas y me leyó un poco del libro que estaba estudiando.
Al llegar a Londres era gris y muy frio, por lo que mi hermano se quitó su abrigo y me lo dio pero era tan grande que casi lo iba arrastrando.
-Quiero algo caliente.
-¿Te parece si vamos por un café?
-Claro.
-Vamos entonces –Me ofreció su brazo y el Peaky Blinder que había ido a recogernos nos prestó su sombrilla.