El demonio en blanco (Final Colette) pt. 6

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Colette llevaba toda la mañana junto a mi, estábamos aun acostados en cama mientras ella me abrazaba con sus brazos y piernas y no paraba de besarme.
—Colette... por mucho que me encante esto... creo que ya deberíamos levantarnos. —dije como pude entre beso y beso.
—Vamos... solo quiero disfrutar de ti al máximo.
Colette ciertamente era demasiado cariñosa y amorosa, aprovechaba cada momento que tenía para besarme, abrazarme o decirme cuanto me amaba, aunque podía ser molesto a veces o hacerlo en momentos inoportunos, me sentía de la misma forma, por algo la escogí.

—¿Sabes? me alegro mucho por ustedes pero no crees que puede afectarte un poco negativamente en las partidas. —dijo Poco un día que estaba pasando el rato con él en la taberna de Barley.
—¿A qué te refieres?
—Miré su última partida y parecía que Colette no se separaba de ti ni un momento aun cuando hiciera falta o eso la pusiera en peligro, digo al final ganaron pero me entiendes, ¿no?
—Si, es que esa es su manera de ser y mostrar su cariño, y pues la verdad admito que si puede ser excesivo a veces... hablaré con ella aunque no creo que consiga mucho.
—Confió en que lo arreglaran de una forma u otra lo cual me hace pensar...
—¿Ajá?
—Tú y ella tienen ya un buen rato como pareja y viviendo juntos, ¿no?
—Si... ya tenemos un buen rato, ¿por?
—¿Y no has pensado ya en pedirle matrimonio o algo?
La pregunta me agarró por sorpresa y me ahogué un momento con mi bebida, empecé a toser y apenas pude hablar contesté:
—Eh... pues la verdad es que aun no... —dije con algo de vergüenza. —¿Crees que debería hacerlo ya?
—Ahhh eso solo lo decides tú hombre, yo solo preguntaba. —contestó Poco alegremente mientras se recargaba en su asiento.
Jamás había pensando hasta ahora seriamente el casarme con Colette, antes parecía algo imposible o exagerado pero ya llevamos mucho juntos y estamos plenamente enamorados el uno del otro así que quizás... era lo mejor.
Reí ligeramente y seguí tomando de mi bebida y pasando el rato con Poco hasta el atardecer, al regresar a casa apenas abrí la puerta Colette me recibió corriendo y abalanzandose sobre mi para darme un abrazo tirandome al suelo.
—¡T/N! ¡te extrañé mucho amor!
—Querida, solo me fui algunas horas...
Luego de poder levantarme fuimos a la sala y ahí nos sentamos un rato.
—Colette, tengo algo que decirte.
—¿Si?
—Mira, no es que no me guste o no te ame, sabes muy bien que eres lo que mas aprecio en este mundo, pero... ¿crees que podrías bajarle un poco al cariño?
—¿Uh? ¿qué quieres decir? —respondió ella con un tono mas serio y algo triste que me puso nervioso.
—Es que entiendo que nos amemos mucho y queramos mostrarlo pero muchas veces siento que lo hacemos incluso cuando no es el momento adecuado...
—Oh, ¿quieres que te de espacio?
—Si... al menos en momentos en los que tengamos que ser mas "discretos"
—¡Claro! ¡no tengo ningún problema! —dijo de repente en un tono mas alegre que me calmó al instante y procedió a abrazarme y darme un beso en la mejilla, todo con gentileza y no con los "ánimos" que solía mostrar.
Puff, esperaba algo peor pero no iba a desconfiar de mi alma gemela, creo que definitivamente es buen momento de dar el siguiente paso.

Decidido un día me escabullí con una excusa y fui a comprar algo muy especial: un anillo para pedirle matrimonio a Colette, fue mas especial de lo que creía, escoger algo que me hiciera pensar en ella, algo que la simbolizara, desde el instante en que el anillo fue mío el corazón no me paraba de palpitar de la emoción pensando en el momento en el que le haría la gran pregunta pero aun debía ser paciente, tenía que buscar el momento ideal.

—¿Pasa algo amor? te noto algo ido y como esperando algo... —me preguntó Colette súbitamente una noche, estábamos en cama abrazados con ella encima de mi.
—¿Uh? no... no es nada solo pensando en algunas cosas... —dije saliendo del pequeño trance en el que estaba, esperar por el momento ideal cada minuto se tornaba mas difícil.
—¿Te preocupa algo?
—Un poco si, pero nada de lo que debas preocuparte querida.
—Bueno, ¿qué tal si esta noche te hago relajarte y que solo centres tu atención en mi?
—¿Qué tenías pensado?
Colette mirándome y sonriendo de forma pícara soltó una ligera risa mientras tomaba la cobija a nuestro lado la ponía encima de nosotros ocultando lo que haríamos después, sin duda me ayudo a relajarme esa noche.

Los días pasaban y llegó a un punto donde definitivamente se había vuelto un problema, no encontraba el momento y ya sean los nervios o alguna clase de perfeccionismo pero cualquier mínima oportunidad que se presentaba la rechazaba pensando que no era ideal, al final me harté de la situación y un día que Colette estaba cocinando me acerque lentamente detrás de ella y la abracé.
—Hola T/N, ¿necesitas algo amor?

No contesté, seguí abrazandola cada vez mas cálidamente y pegándome a ella.
—¿Uh? ¿solo quieres algo de mi amor? sabes que siempre estará para ti.
Seguí sin contestar, me quede unos momentos así hasta que entonces saqué el dichoso anillo de mi bolsillo, coloque mi mano sobre el pecho de ella mostrándolo, Colette se tomó un momento y finalmente volteó hacía abajo y vio el anillo.
—Uh... ¡¿uh?! T-T/N... y-yo...
Ella lo tomo y se volteo rápidamente, yo me aparte un momento y la miré mientras ella observaba el anillo, sus ojos estaban brillosos y tenía una cara de sorpresa que jamás le había visto hacer.
—T/N...
Me volteó a mirar, yo me limité a sonreír e hincarme mientras tomaba sus manos.
—Si querida, lo estoy preguntando en serio, ¿te casarías conmigo?
Se quedo completamente estupefacta, sus ojos empezaron a lagrimear y pronto se soltó en un llanto de felicidad, se lanzó rápidamente a abrazarme muy fuertemente mientras lloraba de la alegría.
—¡SI! ¡SI! ACEPTO, ¡QUIERO PASAR EL RESTO DE MIS DÍAS CONTIGO!
La alegría que ambos sentíamos era incontenible, empecé a soltar unas pequeñas lagrimillas yo también y ambos nos besamos, lo hicimos tantas veces y aun así ese beso no fue como cualquier otro.

Pasamos el resto de la tarde en el mas absoluto romance, no parábamos de decir nuestros sentimientos y cuanto amábamos al otro, no había simplemente palabras para describir que tan felices estábamos, ni siquiera nos soltamos de la mano durante el resto del día, llegada la noche finalmente nos acostamos aun extasiados.
—Vaya día...
—Si..
—Bueno, tenemos que empezar los preparativos de la boda, ¿no?
—Jeje, si, será cansado pero solo por casarme contigo lo valdrá cada segundo...
—Nos espera una vida juntos, descansa... esposo mío.
—Lo ansió demasiado, descansa... esposa mía.

El bate y el libro (Colette/Bibi x Lector)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora