Eso fue lo que Dulce puso en mi mano.
—No lo comas, y cuídalo bien. Te ayudará en las siguientes pruebas.
Estaba tan nervioso la primera noche de pruebas que temí no poder dormir o soñar.
—Tienen treinta minutos para organizarse con sus ayudantes —anunció Dulce a todos los competidores.
Varias parejas comenzaron a reunirse. Pocas formadas solo por personas, y otras por persona y personaje. Pude ver a un hombre de jengibre y a un oso de goma.
Pensé: ¡Yo no tengo ayudante! Entonces, se me acercó un conejo de chocolate dando saltitos. Era el mismo que Dulce me dio, pero sin su envoltura de aluminio dorado.