Muy bonita, siempre me había gustado, pero ella era de clase alta, y les hacía el feo a todos. Todos los fines de semana ella y su familia se la pasaban viendo los duelos entre caballeros.
Entonces empecé a entrenar para luchar en ellos. Luego de un año me volví el campeón del pueblo, ya no era un campesino pobre y flacucho. Empecé coquetearle, pero me rechazó.
Me deprimí bastante, dejé de entrenar, volví a mi granja, donde sólo cuidaba de ella y me pasaba las tardes tirado leyendo historias.
Un día la reina vino de visita para ver el nuevo jardín botánico que yo estaba haciendo. Se corrió la noticia y muchas otras personas vinieron también, incluida Esmeralda.
Me saludó con un abrazo por la espalda y dijo: ahora sí te quiero, mi granjero.